Iñaki Jauregui

Hablemos de economía, pero no como hacen los libros ni los informativos, sino a partir de observar a nuestro alrededor. Hablemos de la gente.

2020-04-10

Volveremos

Docencia on line. O virtual. O teledocencia o yo qué sé. Classroom, Moodle, Meet, Hangouts, correo electrónico, Ed puzzle, Socrative, Idoceo, Loom, Canva, Kahoot... Todas ellas herramientas muy buenas, buenísimas. Lo digo en serio. Son la bomba. Permiten hacer miles de cosas, nos ayudan a estar en contacto con los alumnos y con las familias. Podemos charlar con un alumno o varios, resolver dudas en tiempo real. Podemos citarlos a todos y dar una clase. Pueden verme y escuchar mi voz al mismo tiempo y ellos pueden participar. Puedo mostrar la pantalla de mi ordenador y que sigan una presentación mientras les guío y les sigo explicando contenidos al ritmo de las diapositivas.

Puedo enlazarles vídeos y entre medio intercalar preguntas que deben responder de manera correcta para continuar con la reproducción. Puedo colgarles tareas y darles un plazo de entrega. Puedo incluso evaluarles yo en mi casa y ellos en la suya. De verdad, no me lo invento, puedo hacer un test online con tiempo limitado que además, se autocorrige y a mí me llega la nota automáticamente.

Puedo hablar con sus padres si es necesario. Como tutor, soy un eje entre diez profesores y treinta padres. Soy un policía dirigiendo el tráfico, gestionando la comunicación cruzada entre todos ellos. Son el Xavi de la educación, repartiendo juego en cualquier dirección.

Puedo remitirles a canales de Youtube de profesores o hasta puedo crear mi propio canal. Aunque para ello debería silenciar las risas (o llantos, según toque) de mis hijas y adecentar la parte de la habitación que abarca el plano. Puedo hacer todo esto y mucho más que todavía no sé que puedo hacer. Podría hacer mucho más.

Es una maravilla, hace una década sería complicado. Hace dos, impensable. Puedo hacer esto porque tengo un ordenador con conexión a internet, micrófono y altavoces. Más o menos me apaño, sin ser un hacker. Soy principalmente autodidacta y lo que no sé hacer lo aprendo gracias a tutoriales o a la ayuda de compañeros. ¿Qué será de los profesores menos manitas con estas cosas? ¿De los que vivan en zonas con mala cobertura? ¿De las familias numerosas, o de aquellas que no tengan ordenador?.

A pesar de los inconvenientes, insisto, todo esto está muy bien. Pero yo me quedo con lo otro. Con lo de siempre. Con el ruido del pasillo, con la tiza, con el olor a adolescente. Me quedo con las prisas, con las escaleras y con los ladrillos. Con los papeles, las excusas cara a cara y el de la última fila que se duerme. Y la que está sentada junto la ventana que se peina y el que hace una alineación de Osasuna en la última hoja del cuaderno y tú la vas viendo mientras les hablas del clima del Baztán (y piensas ¿Fran Mérida titular?).

Todo volverá, no sé cuándo, espero que pronto. Lo antes posible, por favor. Cuando vuelva lo sabremos apreciar. Lo afirmo, no lo pegunto, porque estoy seguro de que así será: nos pondremos delante de nuestros alumnos y nos sentiremos felices.

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