Victor Moreno

Victor Moreno

Ya no es necesario recurrir a la técnica del esperpento de Valle Inclán para dar cuenta de lo que ocurre. Los hechos vienen a nuestro encuentro sin necesidad de solicitarlos. Lo hacen de forma tan grotesca que solo nos queda actuar como los tomógrafos, pero con material palabrático. Escribir para cortar la realidad en pedacitos y comprobar si en su interior se registra vida inteligente o, por el contrario, rasgos de una imbecilidad cada vez más inquietantes.

2024-05-23

Los Caídos: memoria y referéndum

Quienes se rebotan contra la demolición del monumento, aseguran que, si tal cosa sucediera, olvidaremos lo que fue el franquismo y la dictadura. Así que no pensemos mal. Si tanto se esfuerzan en que el monumento siga en pie, no es para seguir exaltando el golpismo, sino que lo hacen por nuestro bien, para que la amnesia no se apodere de nuestro cerebro y no repitamos lo que pasó

Como si quienes estamos por la demolición del edificio tuviéramos fuéramos responsables de lo que pasó. Quienes deberían tomar nota de lo que pasó son los herederos ideológicos y políticos de quienes llevaron adelante la masacre de 1936. Y estos me da que no necesitan ningún tipo de monumento para recordarlo. Siguen teniendo muy presente en la memoria lo que hicieron sus antepasados y lo orgullosos que están de que sacaran a Navarra y a España entera “del marasmo de las garras del comunismo y del marxismo”. Las derechas de este país no necesitan monumentos de ningún tipo para recordar quiénes son sus fuentes de inspiración política, porque, de momento, no han encontrado ningún sustituto sus principios políticos. Y menos aún lo necesitan para no repetir lo que sucedió en 1936. Si hay que repetir, se hace. Y ya saben bien cómo se hizo la primera vez.

En cuanto a los que no se consideran de derechas y defienden el mantenimiento y resignificación del edificio, para que no olvidemos lo sucedido, entiendo que su concepto de la memoria es poco consistente

La memoria no sólo recuerda a partir de lo que ve. Nadie necesita ver el retrato de Hitler o de Franco para saber que fueron unos dictadores genocidas o, claro que sí, unos genios militares. Tampoco se necesita ver el monumento de Navarra a sus muertos durante la santísima cruzada para saber que esta cruzada fue una auténtica barbaridad, un genocidio y que el monumento es la exaltación, precisamente, de esa barbaridad. 

Si se necesitar ver para creer o para recordar, el Gobierno de Navarra cada 18 de julio de cada año debería imprimir miles de postales del Monumento y repartirlas gratuitamente entre la sociedad navarra con la leyenda siguiente: “Navarros y navarras. Para que no olvidéis la masacre de 1936 y no vuelva a repetirse, que ya nos conocemos, golpistas de mierda”.

Y, bueno, quienes necesitan ver para no olvidar, podrían solicitar a las autoridades que llenaran las plazas, calles y jardines de los retratos de Franco, Mola, Queipo de Llano, y militares golpistas navarros. De este modo, ¿quién podría olvidar lo que hicieron y dejaron hacer? Claro que la cosa tendría su efecto bumerán: los que siguen siendo fieles a estos golpistas se verían más felices que un caracol baboseando una hoja de lechuga. Otra cosa sería si los mismos defensores del mantenimiento de los Caídos, pidieran que se mantuvieran y se adecentaran aquellos lugares donde se torturó y se asesinó a miles de personas por oponerse al fascismo. Nada como un campo de concentración nazi o franquista para despertar el rechazo a quienes los construyeron y las ideas que dieron origen a semejante barbarie. Así que, el Gobierno foral podría recopilar esos lugares de la memoria que tiene seleccionados en Navarra, fotografiarlos y repartirlos en formato de postal a la población con la leyenda: “Aquí se torturó, se humilló y se asesinó. Recuérdalo y cuéntaselo a los demás”.

Y, en fin, dado que la memoria de algunas personas necesitan ver objetos o fetiches que exaltan el mal para rechazarlo, podrían hacer una cosa tan sencilla como eficaz para ejercerse en esa actitud ética y moral: llenar los pasillos de sus casas, sala de estar, dormitorio y comedor, incluido el WC, con retratos de figuras sustancialmente enemigas de la democracia. Por ejemplo, José Antonio Primo de Rivera, Rodezno, Raimundo García, Eladio Esparza Millán Astray …. Y, así, cada que vez que se encuentre frente al careto de estos fascistas escupirles o, si les parece poco higiénico, llamarlos de todo, menos guapos. 

¿Y qué decir de la sugerencia de la alcaldía de Iruña de convocar un referéndum para decidir qué hacer con el monumento? Pues que era lo que nos faltaba por oír. ¿Qué sentido tiene meter de matute a la ciudadanía en este berenjenal? No lo digo porque la ciudadanía sea ignorante de lo que se lleva entre manos a la hora de decidir el mantenimiento, resignificación o demolición de Los Caídos. Para nada. Lo sabe demasiado bien. Es que es de locos que, en una sociedad democrática, la ciudadanía sea consultada para decidir si los ciudadanos quieren mantener un edificio que va contra la democracia. ¿Imagináis a Franco y sus gerifaltes planteando un referéndum, de los que les gustaba tanto al general genocida, para decidir la colocación de una estatua de Azaña, de Negrín o de Largo Caballero en la Gran Vía de Madrid? Pues eso

Pero aquí , en Iruña, se quiere consultar si deseamos que un caballo de Troya golpista siga en medio de la plaza pública, olvidando que, cuando menos lo pensemos, surgirán de sus tripas las mismas pestes del apocalipsis de la dictadura.

A la ciudadanía hay que respetarla y consultarla, pero no cuando sólo conviene a los partidos políticos. Esto no es serio. Además, el resultado final de dicho referéndum mantendrá enquistado el pensamiento y el sentimiento de quienes postulan el derribo o el mantenimiento resignificado del monumento. Y, como recochineo final, caso de que tal consulta se haga, se dirá que el resultado habrá sido democrático. Muy democrático. Lo mismo que decía Franco de sus referéndum. Increíble.

¿Una democracia planteando un referéndum para decidir si estamos de acuerdo con mantener un edificio golpista? Lo nunca visto. Para este viaje no era necesario tanto sacrificio, tanta cárcel, tanta humillación y tanta muerte. Así que, o cambian esta democracia o, sencillamente, diremos que esta no es la democracia a la que aspiraron y por la que fueron asesinados más de 3700 en Navarra en 1936. Desde luego, no merecen tal desprecio. Su memoria requiere otra verdad, otra justica y otra reparación.

 

Diseño y desarrollo Tantatic