Victor Moreno

Victor Moreno

Ya no es necesario recurrir a la técnica del esperpento de Valle Inclán para dar cuenta de lo que ocurre. Los hechos vienen a nuestro encuentro sin necesidad de solicitarlos. Lo hacen de forma tan grotesca que solo nos queda actuar como los tomógrafos, pero con material palabrático. Escribir para cortar la realidad en pedacitos y comprobar si en su interior se registra vida inteligente o, por el contrario, rasgos de una imbecilidad cada vez más inquietantes.

2020-02-28

La jota como eje vertebrador de Navarra

Tres conceptos distintos -Jota, Eje vertebrador y Navarra-, pero una misma finalidad verdadera: volver majaras a quienes no tienen ni idea de qué es lo que quieren decir quienes dicen que la vertebración de esta tierra pasa por la jota. Y atención, porque, quienes se aferran a estos conceptos son ni más ni menos que la consejera de cultura, Rebeca Esnaola; Alfredo Asiain, de la Cátedra de Patrimonio Inmaterial de Navarra de la UPNA y representantes de la Asociación Navarjota, promotora de la declaración de la jota como Bien Cultural, así como joteros, gaiteros y dantzaris.

Ignoro si la jota como bien cultural está en la misma categoría que el espárrago, la alcachofa y los sanfermines, pongo por caso. No es broma. Al contrario, la cuestión tiene su paradigma particular, como diría el filósofo Innerarity. El problema radica en que tal oferta conceptual confundirá a mucha gente, provocando grietas y goteras en su identidad.  

Porque ¿qué pasará, ahora, con tantos navarros que, además de no estar dotados genéticamente para cantar jotas a pesar de ser navarros, no muestran ninguna inclinación afectiva a esta modalidad canora? ¿Serán menos navarros que quienes aman la jota y la tienen como patrimonio inmaterial cultural y eje vertebrador de la comunidad? Más todavía, ¿quién vertebrará a quienes no tienen dotes para cantar jotas y, mucho peor aún, no les gusta oírlas aunque sean heréticas?

Y en este contexto, ¿qué decir del vascuence? Porque si la jota vertebra más que el vascuence ¿qué pasará? ¿Subvencionará el Gobierno Foral más a esas instituciones que defiendan la jota como eje vertebrador de Navarra que las que postulan que ese grial pertenece ab ovo al euskara? Y otra cuestión espinosa: ¿estará uno más vertebrado cantando y amando la jota, que aquel otro sujeto invertebrado, entiéndase, menos auténtico, porque no canta jotas o las perpetra en vascuence?

Y, ahora, la pregunta crucial: ¿es más navarra la jota que el vascuence? Por su antigüedad, desde luego, no debería. El Códex Calistinus no asegura que los navarros que ayuntaban con yegua acompañasen sus acrobacias sexuales con un par de jotas, pero sí llamaban gaua a la noche; ogia al pan; ura al agua y zerua al cielo.

Por lo demás, que se sitúe la eclosión sonora de la jota en el XVIII es una afirmación sostenible, pero, caso de que lo fuese, sería una constatación científica triste. Significaría que hasta esta fecha no hubo navarros auténticos, pues el eje vertebrador de la jota no habría traspasado su columna vertebral. Lo cual explicaría muchas cosas. Por ejemplo, que los navarros que dieron por la retaguardia a Carlomagno no eran auténticos navarros, pues no celebraron su victoria cantando jotas. Deficiencia que podría extenderse a cantidad de egregios navarros. ¿Cantaba jotas Azpilicueta? ¿Y Huarte de san Juan? No. Luego, no eran auténticos navarros.

Ahora que lo pienso, si Ortega y Gasset hubiese echado mano del castizo pasodoble proponiéndolo como eje vertebrador del ciudadano auténtico español contra los pujos regionalistas y separatistas que trataban desvertebrar la crisma de España, las cosas hubiesen sido tan distintas que  nunca hubiese escrito España Invertebrada.

Decía Pío Baroja que “la jota era la brutalidad hecha canción”. Baroja exageraba, desde luego. Pero lo mismo hacen quienes la elevan a categoría de eje vertebrador de la identidad colectiva de Navarra. A dicha oferta conceptual habría que aplicarle la navaja de Ockham: “cuando dos o más explicaciones se ofrecen para un fenómeno, es preferible la explicación completa más simple; es decir, no deben multiplicarse las entidades sin necesidad”.

No hace falta ser muy perspicaz para percibir que eso de “la jota como eje vertebrador de Navarra”, no es que sea una “explicación completa”, sino que es una simplada innecesaria, ante cuya oferta los presupuestos del Gobierno Foral no deberían caer en la tentación de subvencionarla para investigar si la jota nació en el siglo XVIII o la inventó el moro Aben Jot u otro tipo de inquisiciones con objetivos vertebradores.

En fin, dejemos que la jota brille por lo que es, degustada especialmente por el pueblo y no le atribuyamos unos efectos espurios que solo desde una manipulación interesada se pueden ver en ella.

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