Victor Moreno

Victor Moreno

Ya no es necesario recurrir a la técnica del esperpento de Valle Inclán para dar cuenta de lo que ocurre. Los hechos vienen a nuestro encuentro sin necesidad de solicitarlos. Lo hacen de forma tan grotesca que solo nos queda actuar como los tomógrafos, pero con material palabrático. Escribir para cortar la realidad en pedacitos y comprobar si en su interior se registra vida inteligente o, por el contrario, rasgos de una imbecilidad cada vez más inquietantes.

2021-04-09

Isabel Ayuso y la Spunik

Al final, ya verán ustedes que las elecciones de la comunidad de Madrid las gana la derecha gracias a la vacuna de Astrazeneca y las perrerías continuas que se están soltando contra ella por parte de la derecha. La derecha conseguirá convencer a la población de derechas que solo el gobierno de Sánchez ha sido el culpable del follón armado con dicha vacuna. Pero lo cierto es que fue el Gobierno y las comunidades autónomas las que pactaron la decisión de suspender la vacunación temporal utilizando el fármaco anglosueco.

Por un lado, el presidente de la Junta de Andalucía acusaría al Gobierno de convertirse en un “transportista de vacunas” y de transformar la organización de la vacunación en un “sudoku”. No entiendo. ¿Es que, acaso, la Junta no asistió a la reunión con el Ministerio de Sanidad que decidió paralizar la vacunación de la Vaxzevria? ¿No fue, acaso, un cambio de criterio acordado por el Ministerio de Sanidad con el plácet de las comunidades?

Por otro, la presidenta de Madrid, Ayuso y su manager en la sombra, dice que el gobierno ha sido incapaz de hacer una “ley de pandemia”. Cierto, pero me gustaría saber qué país la ha hecho. Ni siquiera la han elaborado aquellos países que cuentan con una vacuna autóctona. En cuanto a la comunidad de Madrid, Ayuso que no cante victoria, porque ha actuado como el resto de las comunidades, es decir, de forma más o menos chapucera, en función de lo que se le venía encima, o lo que es lo mismo de forma errática e improvisando. Aun así, Ayuso no ha dejado de soltar perrerías contra Sánchez que se ha movido en estas aguas movedizas del mismo modo y con la misma escafandra del miedo que la mayoría de los presidentes de las distintas comunidades autónomas, improvisando del mejor modo posible para evitar el apocalipsis final. No sé por qué razón suficiente, pero Ayuso parece experta en aquel principio de Goebbels que llamaba de transposición: “Carga sobre el adversario los propios errores o defectos, respondiendo al ataque con el ataque: Si no puedes negar las malas noticias, inventa otras que las distraigan”.

Y la noticia bomba llegó. Lo que menos se podía esperar es que Ayuso dijera que si hay que compra la vacuna Spunik para la comunidad Madrid, se compra. ¿Ave María Purísima! No es que me moleste su falta de criterio y haga de su capa cínica un sayo, pero, joder, es que la vacuna Spunik es la vacuna de Putin, la de Rusia, la de los comunistas. Ahora resulta que si esta vacuna del Putin Spunik salva vidas y “si es legal” -Ayuso dixit-, pues, nada, que la comprará.

¿Dónde queda el umbral ético de la presidenta de la comunidad de Madrid aceptando que una vacuna comunista se cuele en la ciudadanía de Madrid? ¿Ha reparado siquiera en las secuelas y consecuencias que dicha vacuna puede producir en quienes se la inyecten? ¿Cómo sabe Ayuso que el Spunik, además de contener los antígenos correspondientes contra la Covid 19, no lleva unos miligramos de leninina, capaces de convertir a sus votantes de derechas en unos furibundos estalinistas?

Ayuso excusará mi intromisión, pero la compra de esa vacuna tendrá la legalidad que tenían los másteres de Casado, pero su gesto tiene muy poco de ético. Toda su vida de presidenta condenando el comunismo y, va, ahora, con toda la cara del mundo, sostiene que, si la vacuna cura y es legal, se la queda.

No sé por qué, pero me recuerda la actitud de los jerarcas episcopales que no terminan de lanzar excomuniones contra los comunistas del gobierno y, a continuación, aceptan, sin escrúpulo alguno, millones de euros de subvención de ese gobierno intrínsecamente perverso para pagarse con dinero comunista las necesidades perentorias de sus dirigentes. Ya sabemos que, como dijo el emperador Vespasiano, el dinero no huele, pero, desde luego, el tufo que despide esta conducta del episcopado no huele, precisamente, ni a incienso a ni mirra. 

¿Y el gesto de una feroz anticomunista comprando vacunas a un régimen intrínsecamente perverso como el de Stalin, digo Putin? No seamos perversos y aceptemos que a Ayuso tal decisión  le costará un sacrificio terrible con mucho dolor de su corazón, pero como lo hace por amor a la Comunidad de Madrid todo sea por la causa… anticomunista, claro.

Diseño y desarrollo Tantatic