Victor Moreno

Victor Moreno

Ya no es necesario recurrir a la técnica del esperpento de Valle Inclán para dar cuenta de lo que ocurre. Los hechos vienen a nuestro encuentro sin necesidad de solicitarlos. Lo hacen de forma tan grotesca que solo nos queda actuar como los tomógrafos, pero con material palabrático. Escribir para cortar la realidad en pedacitos y comprobar si en su interior se registra vida inteligente o, por el contrario, rasgos de una imbecilidad cada vez más inquietantes.

2019-11-15

Escenario postelectoral

No sé cuándo la política fue un arte, si es que lo fue alguna vez y cuándo dejó de serlo. Entiéndase, el arte de lo posible, de lo real y de lo necesario, no una entidad estética, desde luego, como si fuera una Venus de Nilo.
Ni siquiera pienso que tales categorías, subrayadas por un artículo neutro, hayan formado parte de la política alguna vez; menos aún, a partir del momento en que la política pasó a ser tarea exclusiva de los partidos, que, para colmo, se arrogan la representación de la ciudadanía.
La confirmación más próxima a lo que estoy lamentando sería el escenario en que se han movido estos políticos tras las últimas elecciones.
Nunca un escenario post-electoral fue tan propicio para que las lenguas de algunos dirigentes políticos se hayan desatado como coristas impúdicas y desdeñosas.
Por un lado, estuvieron las voces pertenecientes al arco parlante de la derecha que no han podido acceder al reparto del pastel del poder. Parece increíble que de la boca de unos políticos en posesión de másteres universitarios saliesen palabras de palafreneros cuando hostigan a su caballería.
A Sánchez lo han calificado de felón y de estafador; en tiempos, Suárez fue tildado de tahúr. Un estafador y un felón con quien, paradójicamente, estos lenguaraces suspiraban por formar un gobierno de coalición hasta que el entendimiento entre Sánchez e Iglesias terminó por producirles una parálisis facial.
Por otro, están ciertas izquierdas que, también, se han arrimado a la mesa de estos nuevos ricos epulones, por ver si recogen algunas migajas del pastel del poder.
Me refiero a los partidos políticos que tienen la llave de abrir la puerta del armario del poder a la entente socialista y podemita. Entre ellos, ERC y Bildu. Ambos, según sus dirigentes, negarán su apoyo a dicha entente, sea no absteniéndose en la investidura o votando contra de ella si la entente en cuestión no apoya el derecho de autodeterminación y la amnistía/indulto a los presos políticos.
En cualquier caso, ¿por qué ERC y Bildu no exigen al futuro Gobierno que, si este quiere su apoyo, que derogue los Acuerdos con las santa Sede franquistas, pongo por caso? O que, de una vez por todas, ¿exija a la Iglesia que devuelva al poder civil las mil posesiones inmatriculadas ilegalmente a fu favor? ¿O exigirle mayor inversión económica en Ciencia, Investigación y Educación? ¿O que los pensionistas…?
En definitiva, ¿a qué juegan estos políticos? ¿O, acaso, piensan ERC y Bildu, que la entente susodicha les hará más caso en el asunto de la autodeterminación que en el de los acuerdos eclesiásticos? Lo mismo cabría decir en el resto de las cuestiones apuntadas y muchas más que podrían apuntarse.
Con estas actitudes no es de extrañar que la derecha se crezca y acabe por sacar tajada hasta de los tocomochos estratégicos de la izquierda.
En fin. ¿Por qué edificar una casa empezando por el tejado en lugar de hacerlo por su base? ¿Y por qué utilizar el chantaje para conseguirlo? Es un mal principio. ¿Doy para que me des? A veces, es muy conveniente dar sin recibir nada a cambio. Se llama generosidad. Pero, al parecer, la generosidad no existe en política. Mal asunto.

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