Pablo Idoate

Pablo Idoate

“Hablaremos de ese vicio saludable que no entiende de sexo ni edad. Ése que traspasa fronteras más allá de cultura y religión. Crea amistades, levanta pasiones y, además, es gratis. Consumiremos deporte. Dosis sin límites.”

2015-04-27

El sueño de Alice

“El deporte femenino no es práctico, ni interesante, ni estético, además de incorrecto”.

Fueron las palabras que Pierre de Coubertin, padre de los Juegos Olímpicos de la Era Moderna, pronunció ante el deseo de una minoría de mujeres que reivindicaban su derecho a soñar con llegar a lo más alto en algo que parecía que estaría eternamente reservado sólo a los hombres.

“¿La mujer en los Juegos Olímpicos?...La concepción de los Juegos tiene que responder a la exaltación periódica y solemne del atletismo, la lealtad como medio, el arte como marco y los aplausos femeninos como recompensa”, recoge G. Meyer en su libro "El fenómeno olímpico" sobre lo que pensaba Coubertin. Por suerte, como en todas las causas estúpidas que nos ha dejado la historia de la humanidad, hubo quien levantó la voz para decir al mundo que el deporte no entiende de sexos.

Le tomó más de treinta años a Alice Milliat, gran competidora en remo, hacerse un lugar en el deporte. Pero lo logró. Tras muchos años de reivindicaciones y protestas, de incluso organizar los Juegos Olímpicos de mujeres en 1922 y 1926, ninguna federación internacional fue intransigente con la participación femenina en el mundo deportivo en los Juegos de Amsterdam de 1928.

Casi un siglo después el deporte femenino sigue sin ocupar el lugar que merece en una sociedad que presume de ser abierta y plural. Los medios de comunicación tienen buena culpa de ello. No recuerdo haber visto en portada de un periódico estatal una victoria femenina. Y no porque no las haya. Ya en 2012 las mujeres obtuvieron en Londres más medallas olímpicas que los hombres. El pasado año los logros conseguidos por las selecciones de baloncesto, balonmano, waterpolo, natación, sincro... hicieron que 2014 fuera un año histórico para el deporte femenino. Ah, ¿qué no se enteraron?

No sé si el siglo XXI será el siglo de la mujer. Lo que es seguro es que los medios de comunicación tienen que cambiar el chip. El sensacionalismo empieza en el momento en que se decide llevar a portada la lesión de Cristiano Ronaldo en lugar del récord del mundo de Mireia Belmonte. Las empresas, por su parte, deberían pensar seriamente en patrocinar más a los equipos femeninos (que cuentan con menos apoyos que los masculinos), y el Estado debería apoyar más a las federaciones femeninas. Es la tendencia. Y es de justicia que todos reconozcamos el éxito, sea del sexo que sea, con igual entusiasmo.

Buena muestra de estos crecientes logros del deporte femenino son nuestras chicas de Lagunak. Podemos presumir de tener al equipo de balonmano en la División de Honor Plata Femenina y al de baloncesto en Primera División Femenina. De tener a dos campeonas de Euskal Herria de natación como Ylenia Carrillo y Nerea Barrean. A Ane Petrirena, la segunda mujer más rápida de España y récord navarro en categoría juvenil. Auténticas campeonas que luchan cada día por mejorar y dar lo mejor de sí. Desconocidas para la mayoría, son héroes capaces de compaginar trabajo, estudios y vida familiar con la exigencia de competir al más alto nivel.

Una vez escuché que en las carreras de caballos, las yeguas ganan a los caballos porque nadie les ha dicho que no podían hacerlo. Alice Milliat se encargó de abrir los ojos a una sociedad estúpida y ciega. Aquel poder que surgió hace más de 100 años es ya imparable. Démosle el lugar que merece.

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