Javier de Miguel Sáenz

Profesor de historia jubilado. Indignado desde hace más de cuarenta años.

2016-09-01

Crisis, ¿Qué crisis?

Pues según nos dicen, esto ya ha pasado, hemos superado la crisis y respaldados por los votos de la ciudadanía responsable volvemos reforzados.

Y es que, efectivamente, ni juntos hemos podido. En esta misma columna ya señalé hace meses mi opinión de que la estrategia puramente electoral ( y desmovilizadora) no nos garantizaba la victoria ni mucho menos detentar el poder, aunque ello no hace más suave la derrota.

La incapacidad de la izquierda política y social, consecuencia de los abandonos de los últimos, demasiados años, ha convertido una de las crisis del sistema en una oportunidad, que han aprovechado, de realizar un duro  reajuste a su favor.

El panorama no resulta muy alentador para la izquierda.

Los sindicatos, todos, desaparecidos y no precisamente en combate, convertidos en un elemento  irrelevante, fruto de sus propios errores, de los que se ha aprovechado una derecha que ha visto una grieta importante y ha actuado sobre ella. Una clase obrera, que sigue existiendo, entre resignada y aterrorizada.

Unos movimientos sociales debilitados.

Unas fuerzas políticas desconcertadas. Quienes se proponían asaltar los cielos con la sóla papeleta electoral han visto convertirse un importantísimo resultado electoral en una frustración. Otras, ante un capitalismo transnacional, nos proponen elevar unas fronteras pensando quizás que un pelotón de ertzainas o de mossos van a ser capaces de impedir la entrada de un capital voraz que ya opera desde dentro.
Una ciudadanía que en su mayor parte se ha creído el guión de los medios de comunicación, el problema era la corrupción, no el sistema, por lo tanto, si acabásemos con la corrupción volveríamos a una arcadia feliz que, por cierto, nunca existió.

Cómo es posible que en un momento de agudización de la lucha de clases sean los ideólogos de la burguesía los que trabajen en base a ella y en el que parecía nuestro campo se niegue su existencia. Cómo es posible que en plena crisis del sistema capitalista, sea esta palabra, capitalismo, prácticamente inexistente en el discurso de la izquierda.

Sin embargo, hay una parte no desdeñable de la ciudadanía  que sigue dispuesta a luchar, en el campo de las ideas, en el de la organización y en el de la movilización. Analizar la realidad con crudeza no significa rendirse, al revés.

La situación es difícil, pero sigue habiendo masa crítica trabajadora combativa en unos sindicatos que deben cambiar ya y de raíz, en muchos movimientos sociales y en diversas organizaciones políticas. Sigue habiendo capacidad y determinación, por encima de errores e ingenuidades, en amplios sectores sociales que gestionan municipios de una parte importante de este país.

NI NOS DOMARON, NI NOS DOBLARON, NI NOS VAN A DOMESTICAR, nos decía Marcelino Camacho, y hoy lo que significa esa frase sigue vigente.

 

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