Eduardo Arocena

Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.

2019-10-24

Conciencia de clase

Ante el resultado muy decepcionante (y estoy empleando un eufemismo) para mi gusto de las elecciones generales, locales, autonómicas y europeas, uno se plantea muchas opciones. Entre ellas la que tiene más probabilidades de prosperar está mandarlo todo a tomar por culo. No me explico que en Navarra, Barañáin y Madrid haya vuelto a ganar la derecha, después de la buena gestión realizada tanto en el gobierno foral como en sendos municipios, y que en las europeas y generales haya arrasado el PSOE. Se habrán hecho cosas mal en los gobiernos del cambio, por supuesto, pero es innegable que se ha mejorado el bienestar social a la par que saneado las cuentas públicas de forma considerable. Es lo que tiene no robar y defender a la clase trabajadora.

¿Qué factores, por tanto, han declinado la balanza del lado de la derecha? En mi opinión todo se reduce en última instancia a la carencia de conciencia de clase por parte de la clase obrera, puesto que las clases pudientes, rentistas, que viven del trabajo de los demás, sí que son conscientes de su clase y defienden su status a capa y espada. Los pequeños empresarios con ínfulas de Bill Gates pero que al fin y al cabo viven de su trabajo, los profesionales y burgueses o aburguesados ficticios pero que también viven de su trabajo no son conscientes en su mayoría, vistos los resultados, de que sus condiciones pueden cambiar drásticamente si viven confinados en su individualismo.

Los jubilados que han visto cómo se reducía su pensión y para más inri tenían que sufrir el REpago farmacéutico, y que son testigos de que sus hijos viven peor que ellos, han votado masivamente a la derecha en mi zona electoral, el “casco viejo” de Barañain. Si no lo veo, no lo creo. Una cosa es ser conservador y otra muy distinta sufrir el síndrome de Estocolmo y adorar a tus captores. Los mismos abuelos que se ven obligados a cuidar de sus nietos porque los dos progenitores tienen que trabajar para salir adelante.

Los obreros que votan a la derecha merecen caso aparte. Hasta que uno no se mueve, no es consciente del ruido de las cadenas que le atan. 40 años de sociología franquista no se superan súbitamente. Muchos proletarios empleados en grandes empresas en España aspiran a vivir como su jefe, con su cochazo, su chalet, su colegio y su seguro médico privados, ignorantes de que en realidad eso no va a ocurrir jamás, como apunté en otro artículo. Lo único que tienen los obreros para defenderse de la avaricia de los opulentos es la ley, la misma que les garantiza educación y sanidad públicas, que de otra forma no podrían permitirse el lujo de pagar. Parece ser que la unidad territorial de España o la bandera son más importantes que la educación, sanidad, pensiones, sueldos dignos o derechos civiles. Todas las demás propuestas de la derecha atentan contra el bienestar de la mayoría de la población.

Y parece que los votantes del P(SO)E no se cansan de los perennes incumplimientos de sus representantes electos y mandamases a las órdenes de la CEOE, y de que prefieran pactar siempre con la derecha. Lo de socialista y obrero lo perdieron por el camino hace mucho tiempo. Amnesia selectiva. ¡Que vivan las caenas!

Los nacionalistas de izquierdas me parecen el colmo del oxímoron. Una cosa o la otra, decídete.

Un panorama desalentador que desmotiva hasta al más optimista o naif.

 

"Vives en un país donde obreros cantan el Cara al Sol, barones del PSOE entonan La Internacional, curas pederastas te aleccionan sobre identidad sexual y millonarios hacen leyes sobre tu salario.

Mucha suerte."

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