Eduardo Arocena

Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.

2020-05-21

Capitanes a posteriori

Durante esta pandemia todos los cuñados y tertulianos todólogos han efectuado el salto cualitativo de saber más de fútbol que el seleccionador nacional a saber más de epidemias que Fernando Simón, el director del Centro de Alertas y Emergencias Sanitarias. Firmes entusiastas del efecto Dunning-Kruger, que básicamente se resume en: cuanto menos sabemos, más creemos saber. ¿Por qué la gente opina de todo sin tener ni idea?

Por un lado tenemos a los medios de información sensacionalistas y amarillistas que desinforman y crean alarmas incendiarias sólo por el hecho de ganar audiencia. Más audiencia equivale a más publicidad, y más publicidad a más ingresos. Les importa tres pepinos contrastar la “información” o esperar a que esta se confirme o documentarse antes de regalar opiniones temerarias. A esto hay que añadirle los ataques interesados y espurios del adversario político, llámese PP o VOX, con el fin de debilitar al gobierno y obtener rédito político en forma de votos, aún a costa del sufrimiento de muchísimas personas. Esto les importa bien poco y tenemos numerosas pruebas fehacientes de ello (el 11-M, el Prestige, el accidente aéreo del avión militar…).

Por otro, nos enfrentamos a un nuevo virus del que todavía no se conoce todo lo necesario para poder combatirlo. Adquirir ese conocimiento conlleva una inversión de tiempo e intelecto que no produce resultados instantáneos. Quizá si la investigación científica estuviese suficientemente financiada y valorada, habríamos estado mejor preparados para afrontar este reto, diría mi propio capitán a posteriori interior. Está en mi ánimo suponer que las decisiones que se toman vienen respaldadas por el conocimiento técnico del que disponemos hasta la fecha.

En tercer lugar, la sanidad pública, aunque infravalorada y precarizada por culpa de la falta de presupuesto asignado por los sucesivos gobiernos anteriores, se está enfrentando con todas sus fuerzas a este virus. Todo el personal sanitario y no sanitario está dando lo mejor de sí para superar esta situación. Se ha reorganizado en tiempo récord la distribución de personal y recursos, por lo menos en el ámbito que yo conozco que es el Complejo Hospitalario de Navarra. Cierto que inmerso en el caos, pero es que ¿alguien alguna vez ha gestionado una epidemia a esta escala? Los capitanes a posteriori, definidos como aquellos que a toro pasado son Manoletes, se prodigan identificando lo que ellos consideran errores de planificación o decisión por parte de los respectivos gobiernos centrales o autonómicos, o por las autoridades sanitarias y científicas. Los mismos capitanes que 3 semanas antes minusvaloraban la repercusión y efectos del covid19. Si el gobierno hubiese tomado estas drásticas medidas mucho antes les habrían tachado de exagerados o alarmistas cuando menos, y si las hubiese tomado con retraso les habrían atacado en igual medida por indolentes. Tenemos el ejemplo de Reino Unido y EE.UU. donde tuvieron que retractarse de su posición inicial de impasibilidad y adoptar las mismas medidas de confinamiento que en el resto del planeta.

El Gobierno central se enfrenta al dilema de encontrar una solución de compromiso entre la economía y la salud pública, y esa decisión no es fácil de tomar en este sistema capitalista. Seguro que está recibiendo múltiples presiones de la patronal para reanudar la actividad (¿pero no son los empresarios los que crean riqueza?), mientras simultáneamente recibe informes del comité científico acerca de un panorama que cambia cada día y al que hay que ir adaptándose. Pero para calificar la actuación de cada actor en este escenario es necesario disponer de toda la información. De otro modo es totalmente imprudente y descarado verter una opinión al respecto.

“Si lo que deseas decir no es cierto, ni bueno ni útil, ¿para qué decirlo?" - Sócrates

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