Javier de Miguel Sáenz

Profesor de historia jubilado. Indignado desde hace más de cuarenta años.

2017-03-09

Antes juancarlistas, ¿Y ahora?

"Toda una vida dedicada a España, motor del cambio, artífice de la democracia, creador de una familia ejemplar, dedicado a viajar sin pausa besando a autócratas saudíes y marroquíes para conseguir contratos sin pedir nunca nada a cambio para él y por fin, salvador de la democracia el 23 de febrero de 1981 ante un golpe orquestado por alguno de sus fieles y del que no tenía la más mínima noticia"

Durante muchos, demasiado años, PP y PSOE, empresarios del IBEX y la Iglesia Católica, apoyados en unos en su mayoría sumisos medios de comunicación, han sostenido este discurso.

Especialmente llamativa era esta defensa en un partido, el PSOE que cuando se le preguntaba se declaraba republicano, “cómo vamos a ser monárquicos, lo que ocurre es que somos juancarlistas”.

Pues bien, en 2014 este discurso se les hundió en un barrizal formado por dudas sobre una fortuna sobrevenida, una vida privada pagada por la ciudadanía y la utilización de los aparatos del estado para ocultar aspectos poco edificantes de su vida y de la de alguno de sus familiares directos. Además de  estudios que ponían en cuestión la imagen impoluta del monarca el 23F.

Que algo cambie para que nada cambie, dimite el padre y le sucede el hijo. ¿Méritos?, ser hijo de su padre, hijo, no hija.

¿Qué se hizo de los juancarlistas?. ¿Qué dice ahora el PSOE?, pues que resulta que lo que de verdad eran era puntales de un régimen al servicio de una vieja oligarquía que hunde sus raíces en más de un siglo de nuestra historia.

Un régimen cuya expresión política es cambiante, democracia en apariencia en la Restauración, conspiración durante la II República, dictadura del 39 al 77 y democracia controlada desde entonces.

¡Vaya papelón el del PSOE!.

Da toda la impresión de que el PSOE, no la amplia zona de sus votantes que se siente de izquierdas, se ha transfigurado de juancarlista en canovista. De aquel Cánovas del Castillo que diseñó la estructura política de la España en transición del XIX al XX, un Cánovas que organizó un régimen basado en la unidad de España, la monarquía que la encarnaba, y la Iglesia Católica como elemento legitimador.

Canovistas, pues, porque el PSOE actual defiende la unidad de España por encima de todo, la persistencia de la monarquía y no se atreve a poner en cuestión los acuerdos de sumisión con el Estado Vaticano de 1979.

Y mientras, una monarquía que da por pasado el mal trago judicial, se dedica a reforzar su imagen más tradicional en recepciones con modos y estilos decimonónicos.

Y mientras, los sumisos grandes medios de comunicación han obtenido permiso para entretenernos con algunas críticas al rey dimitido a la vez que pasan de puntillas por la condena en el “juicio de las tarjetas black” de allegados a la actual casa real y a los mensajes de la reina actual a su “compiyogui”, Javier López Madrid, condenado a seis meses y que el 2016 recibió mensajes de una reina tan “cercana al pueblo” que le daba su apoyo y le decía que lo demás ¿la prensa?, ¿la ciudadanía?, era “merde”, que creo que es mierda en un idioma más fino; al mismo tiempo el rey le reiteraba su intención de charlar con él, pero más hábil, fuera de conversaciones electrónicas o telefónicas., diciéndole que disfrutase fuera de “este barullo”. ¿Qué era el barullo, majestad?.

Ya está bien.

Decía hace unos años Bernardo Atxaga que los vascos creceríamos unos centímetros cuando nos quitásemos de encima el peso del terrorismo, ¿nos animamos a crecer otros centímetros quitándonos el peso de una institución cuya mera existencia atenta contra nuestra dignidad como ciudadanos y ciudadanas?.

Y dentro de unos días, catorce de abril. De nuevo la republicana ondeando libertad.

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