«Van a abrirte la puerta de sus casas y de sus corazones, y eso es algo que les deberás siempre»

Pablo Idoate, con camiseta blanca a la derecha, totalmente integrado entre la gente que le acogió.

Pablo Idoate, natural de Barañain y aficionado al ciclismo, lleva cuatro años impartiendo clases de spinning en el polideportivo Lagunak, con el objetivo de recaudar fondos para financiar proyectos en África. Así, año tras año, ha viajado a Kenia como cooperante, y lo allí vivido y aprendido, asegura, «te cambia como persona».

Llevas ya varios años viajando de cooperante a Kenia. ¿De dónde surge la idea?

Estas navidades ha sido la tercera vez. Todo empezó en 2011. Había tenido varias experiencias de voluntariado por aquí y tenía ganas de vivir una en otro continente y conocer también otra cultura. Vi un anuncio de la Asociación Children of Africa, que buscaban un profesor de matemáticas para el verano. Como es a lo que me dedico, probé suerte y contaron conmigo.

Soléis organizar eventos deportivos para recaudar dinero.¿En qué lo invertís?

Children of Africa es una asociación de voluntarios muy humilde. Los ingresos vienen fundamentalmente de los eventos que realicen los voluntarios en sus ciudades de origen para recaudar fondos. A lo largo de estos últimos años ya se han asentado algunos eventos como conciertos, actuaciones de teatro, comidas solidarias… En mi caso he organizado durante cuatro años seguidos clases solidarias de spinning en Lagunak. Cada año recaudamos en torno a mil euros y se han utilizado para proyectos sanitarios y educativos en distintas aldeas del distrito de Kinango, uno de los más pobres de Kenia en el que el 80% de la población vive bajo el umbral de la pobreza. Los dos primeros años invertimos el dinero en construir y equipar un dispensario médico en el poblado de Tsunza, el tercero lo utilizamos para construir una biblioteca en Lutsangani y este último año se ha gastado en levantar un aula para una escuela muy pobre en la aldea de Nigamba.

¿La gente responde bien a los eventos que organizas?

La respuesta es brutal. La pena es que no tengamos más bicis en la sala porque siempre se llena. Cada deportista hace una donación de 5€ por clase. Al final todos salen ganando ya que hacen deporte y colaboran con una buena causa. Y esas pequeñas donaciones aquí pueden suponer un gran cambio en las vidas de la gente de allí.

¿Siempre viajas al mismo lugar en Kenia?

Sí. Tenemos unos objetivos a corto plazo muy concretos en esa zona pero la idea en el futuro es ir expandiéndonos por otras poblaciones del distrito de Kinango que también tienen grandes necesidades tanto en materia de educación como en sanidad.

¿Cuál es el principal objetivo de los y las que viajáis allá?

Echar a andar proyectos y colaborar con los que ya están en marcha. También organizamos clases en la escuela de la aldea donde dormimos y ayudamos en la organización del programa de apadrinamientos. A día de hoy tenemos 160 niñas y niños apadrinados a los que se les cubre todo el gasto escolar, comida diaria y visita médica anual.

¿Cómo describirías vuestro día a día?

Suele variar en función del perfil que tenga cada voluntario. Nos levantamos pronto y nos ponemos con las tareas que nos toque hacer: dar clases, rehabilitar o construir edificios, echar una mano en el dispensario médico, organizar el programa de apadrinamientos forrando libros, preparando mochilas… También aprovechamos para convivir con la gente de allí y aprender sus costumbres, hacer talleres y juegos con los niños… Como la electricidad está limitada a espacios muy concretos y anochece pronto, antes de dormir nos tumbamos a hablar mientras disfrutamos de un cielo increíblemente lleno de estrellas.

¿Resulta fácil la comunicación?

Es imprescindible hablar inglés. La lengua nativa es el swahili y, al formar parte de la tribu Duruma, también tienen su propio dialecto. Sin embargo, como Kenia fue colonia inglesa, la mayoría de la población habla inglés.

¿Qué tal es la convivencia con los y las nativas?

Tienen una calidez humana que te engancha. Para mí es como mi segunda casa. Nos adaptamos a sus costumbres y hacen todo lo posible para que estemos bien. Lo poco que tienen te lo dan sin esperar nada a cambio. El peor momento siempre es la despedida porque no sabes cuándo volverás a verlos.

¿Qué has aprendido de tus estancias en Kenia? ¿Es una experiencia enriquecedora?

Es una experiencia que creo que te cambia como persona. Te hace ver la vida de otro modo, relativizar los problemas que te pasan en tu día a día y dar importancia a lo que de verdad la tiene. Das más valor a aquello que no se puede comprar con dinero, a una forma de vivir en la que desaparece el materialismo y todo se comparte.

¿Hay algo que te haya marcado especialmente?

La cantidad de anécdotas en los tres viajes es interminable. Quizá la alegría de Rukia, una niña que ahora tiene 10 años y que perdió a sus padres siendo muy pequeña. Tiene una hermana de 5 año con Sida y una mayor que ha quedado embarazada con sólo 16. Desde el primer día me marcó su espíritu alegre, sus ganas de ir a la escuela y aprender y el ver cómo cuida de sus hermanas sin perder nunca la sonrisa.

¿Seguirás viajando a Kenia?

El próximo mes de mayo seré padre por lo que, al menos por un tiempo, los viajes pararán y seguiré colaborando desde aquí con la celebración de eventos. Pero sin duda volveré. Me encantaría vivir esa experiencia con mi familia en un futuro.

¿Animarías a la gente a embarcarse en viajes de este tipo?

Sí. Pero pienso que si decides involucrarte en una experiencia así no puede ser exclusivamente por el beneficio personal de vivirla. Van a abrirte la puerta de sus casas y de sus corazones, y eso es algo que les deberás siempre. Se crea un vínculo sin fecha de caducidad. No vale volver a casa y olvidarse de que en la otra punta del mundo hay gente que lo está pasando mal y que han hecho todo lo posible para que, cuando les visitaste, te sintieses como en tu casa.

 

Itzulpena > Traducción

«Haien etxeko eta bihotzeko ateak irekitzen dizkizute, eta hori ahaztezina da»

Pablo Idoate barañaindarrak eta txirrindularitza zaleak lau urte daramatza Spinning kurtsoak antolatzen Lagunak kiroldegian irabazitako diruarekin Afrikan proiektuak finantzatzeko asmoz. Azken urte hauetan Keniara bidaiatu du boluntario moduan, eta adierazi duenez, bertan bizitakoak pertsona moduan aldatu egin du.

Hasiera batean matematika irakasleak behar zituztelako bidaiatu zuen Keniara. Children of Afrika asoziazioan ikusi zuen iragarkia, eta harez geroztik, harekin elkarlanean dabil. Izan ere, elkarte horretako kideek dirua biltzen dute edozen motako ekintzak antolatuz. Idoatek Spinning kurtsoen bidez lortzen du dirua Kenian hezkuntza eta osasun proiektuak martxan jarri edota indartzeko.

Idoatek antolatzen dituen kurtsoekiko herritarren erantzuna "itzela" dela nabarmendu du. Kirolari bakoitzak bost euroko ekarpena egiten du, eta aportazio txiki horrek Afrikan jende askoren bizitza alde dezakeela ziurtatu du.

Bertan boluntario moduan daudenean denetarik egiten dutela azaldu du Idoatek. Hala nola, eraikinak egin edo berregin, klaseak eman, haurrak laguntzeko programa antolatzeko beharrezkoak diren liburuak forratu... Gaur egun arte, 160 haurri laguntza ematea lortu dute. Hau da, eskolako gastu guztia, eguneroko otordua eta medikuarekin urteko kontsulta bat hartzen du barne laguntzak.

Kontatzeko dituen pasarteak zenbakaitzak direla erran du, eta esperientza horrek bizitzeko beste modu bat eskaini diola: «Gehiago balioesten duzu diruz eros ezin daitekeen hori. Bizitzeko beste era bat da; desagertu egiten da materialismoa eta dena elkarbanatzen dugu».

Ziur dago itzuliko dela; ez du zalantzarik. Aita izatekoa da, ordea, eta denboraldi batez bidaiatzeari utziko dio. Bere asmoa etorkizun batean familiarekin joatea da. Izan ere, Kenian ezagututakoekin iraungitze datarik ez duen lotura sortu du: «Haien etxeko eta bihotzeko ateak irekitzen dizkizute, eta hori ahaztezina da».

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