Una cronología de los derechos sociales

Begoña Pérez analiza los logros en materia social en una charla de la Escuela Social

Begoña Pérez con Manolo Burguete momentos antes de la charla (Foto:Plazaberri)

En la charla realizada el pasado miércoles, día 12 de noviembre, en la Casa de Cultura dentro del curso de la Escuela Social de Barañain, la socióloga, profesora e investigadora Begoña Pérez, situó los logros obtenidos por la clase trabajadora en materias sociales (sistemas públicos de salud, educación, jubilaciones, derechos laborales, etc.) a lo largo de la historia. Asimismo, se aventuró a dar algunas propuestas para el momento actual.

La charla llevaba por título "De la beneficencia a los derechos básicos garantizados" y efectivamente Pérez comenzó hablando de los sistemas de beneficencia usados en la época medieval pero incluso antes de esa época existía en las primeras sociedades una solidaridad primaria: familiares, amistades, la vecindad… formas primarias de solidaridad que eran cercanas y que tenían capacidad de proteger de la pobreza a los individuos pero no de transformar la estructura de pobreza y desigualdad.

Limosna

En la baja Edad Media es cuando se dan formas de beneficencia religiosa que dan acogimiento en situaciones específicas; huérfanos, enfermos, etc. formas algo más organizadas dentro de la caridad privada pero que no llegan al conjunto de la población ni pueden transformar la sociedad. «Se decía que dar limosna enaltecía a quien la daba ante Dios, no trataba de mejorar la situación ni corregir la desigualdad», opinó Begoña Pérez. La limosna se daba bajo unos criterios que priorizaban ser una persona enferma, mayor, muy joven o con alguna incapacidad; ser pobre pero con buena conducta y ser pobre pero pertenecer a la comunidad, al territorio. «A los pobres del pueblo se les daba más limosna que a los pobres de fuera», señaló.

Al constituirse las primeras ciudades medievales habitadas por comerciantes y artesanos, los ciudadanos comienzan a dotarse de instrumentos de recaudación propios - la contribución- que funcionaba a parte de lo que se tributaba a los señores de la tierra. Con esos tributos se invierte en la seguridad de la ciudad, en mejorar su higiene y en proteger a los indigentes. Se crean los hospicios de enfermos y huérfanos, albergues para transeúntes, se facilitan médicos para atender a personas indigentes, «quizá la vocación no era ayudar sino que no contagiarán a los transeúntes, evitar entorpecer la imagen de la ciudad, evitar los robos, etc.», detalla la socióloga, vecina de Barañain.  «Algunos parecían cárceles, no fueron tampoco un avance social», añade.

Los primeros derechos

Con las revoluciones europeas y la estadounidense de los siglos XVII y XVIII con las que se quiere romper con la acumulación de poder de las elites y participar de él, se firman varias declaraciones que recogían varios derechos del hombre burgués. «La declaración de derechos del hombre de la Revolución Francesa no estaba pensada para el pueblo, sino para los que hicieron la revolución que fueron los burgueses. No hay reconocimiento de los derechos de las personas a la vivienda o la salud, el primer derechos que se reconoce es el derecho a la propiedad y luego también otros derechos económicos como el derecho a comerciar libremente, u otros como la separación de poderes», explicó Pérez. En esta época siguen manteniéndose formas de caridad, pero no tanto desde el ámbito público, sino desde el privado.

El gran cambio se da con la revolución industrial a finales del siglo XIX y principios del XX, con el conflicto que se da entre el mundo liberal y el mundo obrero. Las familias habían dejado el campo para trabajar en las ciudades en unas condiciones de explotación terribles: ritmos de producción enormes, hacinamiento en las ciudades, trabajo infantil, jornadas de trabajo interminable, etc. «Por primera vez mucha gente explotada está en un espacio físico pequeño, lo que unido a la intensidad de la explotación y el hecho de saberse muchos, dio la herramienta más potente que ha tenido la clase obrera, que es la huelga», añade Pérez.

Pactos de clase

Para hacerle frente en Europa se dan pactos que suponen los primeros logros en materia de derechos: el reconocimiento de jornadas de 10-12 horas, el derecho a un día de descanso semanal, el rechazo del trabajo infantil… y el más importante, el respaldo que reciben las cajas obreras que habían creado los trabajadores en sus empresas para hacer frente a las huelgas o a otras eventualidades. Esas cajas dieron paso al sistema de seguridad social.

«Eran fondos pequeños, de cada empresa. Sin embargo se consiguió que fueran fondos en los que aportaban también los empresarios y que no cubrieran solo bajas, sino también jubilaciones. Luego se consigue generalizar esos seguros a niveles nacionales y que cubrieran todos los riesgos», explicó. Begoña Pérez añade que «aunque nos traten de decir ahora que lo público es caro, lo cierto es que cuando más gente aportamos, menos hay que aportar. Los sistemas públicos son lo más rentable».

Estos sistemas, a su juicio, son más efectivos que las formas benéficas porque evitan que las personas caigan en la exclusión, al tener garantizados unos derechos.

Estado de Bienestar

Con la extensión del Estado de Bienestar en Europa en la segunda mitad del siglo XX en estas sociedades se pasa de ser sociedades obreras a sociedades de clase media, gracias al despegue económico que se da tras la recesión por la II Guerra Mundial.

El crecimiento se sostiene en el emprendimiento de los Estados que intervienen en la economía y que animan a las empresas privadas a invertir. Asimismo, las fuerzas obreras se asientan como fuerzas políticas, capaces de votar y decidir su gobierno y el conflicto laboral se canaliza también hacía la negociación sindical. La tercera clave de este cambio se da por la extensión de las políticas sociales a la educación y sanidad gratuitas y de carácter universal, «incluso para personas que no hayan cotizado, lo que supone una mejora de la población y de su calidad de vida», añade. Para lograrlo se instauran en muchos países sistemas de impuestos progresivos de renta y bienes, una gran apuesta de la clase trabajadora para que quienes ganen más aporten más y cuanto menos tengas aportes menos.

Economía global

El Estado recauda mucho en este contexto de bonanza y puede desarrollar muchos servicios sociales, pero con el cambio de economías nacionales a una economía globalizada se da la deslocalización de empresas y se acaba recaudando menos, mientras aumentan las necesidades por el aumento del desempleo.

«No se han desmantelado los derechos sociales gracias a la presión, pero están en riesgo, no solo porque las empresas no quieren aportar sino también porque una parte de la clase media-alta no está de acuerdo con aportar y en su lugar se hacen seguros privados», opina Pérez. Con menos recaudación, una economía sustentada en pequeñas y medianas empresas y mayor paro, se da un deterioro de los servicios públicos. «Corremos el riesgo de volver a la beneficencia, que no genera igualdad», alerta Pérez.

Propuestas

De todo lo explicado, Begoña Pérez extrajo algunas propuestas: por un lado, mantener y reforzar la progresividad de los impuestos, «hace falta un debate sobre esto», opina; por otro, crear empleo buscando una forma de capital más doméstico, invirtiendo en empresas que sea difícil que se deslocalicen: empresas tecnológicas, de servicios, con empleo cualificado…  Otra de las alternativas es repartir el empleo, para que no haya como en la actualidad mucho desempleo mientras personas empleadas trabajan muchas horas. Y por último reforzar los sistemas públicos y no dejar que empeoren.

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Ongintza sistematik bermatutako eskubide orokorretara bidai historikoa

Begoña Perez soziologa, irakasle eta ikertzailearen eskutik iragan asteazkenean, hilaren 12an, ongintza sistematik bermatutako eskubide orokorren sistemara bidaia egin izan ahal genuen. Hitzaldia Barañaingo Gizarte Eskolak antolatu zuen bere ikasturtearen baitan eta bertan historia sozialaren ibilbidea egiteaz gainera, etorkizunerako hainbat proposamen luzatu zituen Perezek.
Hitzaldian elkartasun primario sistemak aipatu ziren (senideek, lagunek, bizilagunek beren artean egiten dutena) baina ongintza sistemen kasuan bezala, desberdintasun soziala eta pobrezia ezin dute aldatu. Lehen eskubide sozialak, pertsona guztiei dagozkigunak, iraultza industrialaren ondorioz agertu ziren, lehenagoko iraultza burgesetan (frantziako iraultza, kasu) hainbat eskubide onartu ziren baina ez pertsona guztientzat eta ez arlo askotan. Izan ere, komertziorako eskubideak, propietatearen eskubideak eta beste eskubide ekonomiko batzuk onartu ziren, botere banaketaren aldarriarekin batera.
Iraultza industrialean langileen esplotazio ikaragarriaren ondorioz, hauek greba borroka tresna bezala hartzen dute eta gatazkaren erruz, itunak sinatzeko prest agertu ziren oligarkak. Horren ondorioz, langileen hainbat eskubide onartu ziren eta garrantzitsuena, langileen kutxetan enpresariek dirua sartzera behartu zuten. Enpresa bakoitzean langileek irekitako kutxa horiek orokortu ziren nazio mailakoak izateraino eta langileen bajekin gainera, beste kontingentzia batzuk babestu ziren. Horrela sortu ziren lehengo segurtasun sozial sistemak.
Horren ostean, Ongizate Estatua sortzen da eta langileak erdiko klase bihurtzen dira. Estatuek ekonomian esku hartzen dute eta ekonomia pizten da; langile gatazka negoziazio sindikalera bideratzen da langileek politikan eta boterean parte hartzen dute. Ongizate honen ostean ekonomia nazionalak ekonomia globalak bihurtzen dira eta enpresak deslokalizatzen dira, ondorio larriak ekarri dituenak estatuen ekonomiari eta gizarteari: langabezia, zerga gutxiago biltzea, zerbitzu publikoen behar handiagoa, horien okerragotzea, eta abar.
Begoña Perezek egoerari buelta emateko emandako proposamenen artean hauek agertu ziren: zergen progesibitatea mantentzea; deslokalizatuko ez diren enpresak laguntzea, lana banatzea eta zerbitzu publikoak indartzea.

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