«La paternidad se ha profesionalizado, los padres tienen que ser más `coach´ que padres»

(Foto: Plazaberri)

El pasado día 27 de marzo ante un público numeroso dio una conferencia en la biblioteca de Barañáin el pedagogo y filósofo Gregorio Luri. En ella trató muchos temas relacionados con la educación como las relaciones entre profesorado y familias, la literatura infantil, el sistema educativo, menores con necesidades educativas específicas, la adolescencia, la educación que reciben en casa nuestros hijos e hijas, etc. En esta entrevista le cuestionamos sobre algunos de estos temas.

"Mejor educados: el arte de educar con sentido común" o "cómo ser buenos padres sin necesidad de ocultarlo" es el título de su último libro. El título suena como un libro de instrucciones. ¿Hay algún método para ser mejores padres y madres?

En realidad el título que salió después incluye la frase "el arte de educar con sentido común" pero yo quería esa segunda frase porque quería precisamente dar un toque de ironía. Sin embargo, en la editorial pensaron que podría mal interpretarse y por eso introducimos lo de sentido común. En realidad, no hay métodos, como no hay ningún método para hacer una obra de arte. El elemento decisivo en la familia no es la técnica sino el amor, y si hay un clima afectivo importante y sincero dentro de la familia no importa las veces que te equivoques porque no existen los padres perfectos. Segundo, no somos dueños de nuestros estados de ánimo. Hay veces que nuestros hijos están haciendo algo o arman jaleo y tienes una paciencia infinita y otras veces por una tontería saltas. Pero eso no nos tiene que llevar a castigarnos ni a entonar el mea culpa.

¿Es difícil educar hoy en día? ¿Más que antaño?

Mi idea esencial es que no educamos con nuestros consejos sino con nuestros ejemplos. Educamos por impregnación. Recuerdo que de mis padres escuche miles de consejos pero luego aprendes de tu propia experiencia. Con el tiempo he descubierto que una parte de mi carácter y personalidad se explica muy bien por el carácter y personalidad de mi familia. Yo he asimilado por impregnación hábitos, reacciones, gestos, maneras de vivir, sabores, olores, todo una serie de cosas. Si educamos por impregnación la principal obligación de los padres sería garantizarse un tiempo de calidad con sus hijos. Igual se trata de hacer menos cosas cuando estamos con ellos pero hacerlas mejor. Hay un movimiento en Estados Unidos "Minimalist parenting", creo que nos hace falta un poco de eso, recuperar una paternidad minimalista.

¿A qué te refieres al hablar de sentido común? ¿Qué sentido común?

Cuando pienso en esto lo hago en mis padres. Mis padres hacían lo que creían que tenían que hacer y no estaban todo el día complicándose. La paternidad está cambiando y está apareciendo un nuevo tipo de personalidad, la paternidad se ha profesionalizado, los padres tienen que ser más `coach´ que padres. El padre moderno se caracteriza porque haga lo que haga tiene una voz interior que le dice que igual tendría que haber hecho lo contrario. Desde mi punto de vista, ese punto de inseguridad lo que pone de manifiesto es que muchos padres modernos carecen de ese colchón de sentido común que les permite descansar. Y viven con una neurosis permanente.

¿En tu opinión a qué se debe esa inseguridad actual?

Tengo varias hipótesis. Creo que hay varios elementos que coadyuvan en la generación de esta intranquilidad o inseguridad. Primero, parece como si el hecho de que los hijos ya no los traiga la cigüeña sino que los planificamos y los trae la agenda, dispara el sentido de responsabilidad de los progenitores. Ante ese niño que lo has planificado tienes muchas más responsabilidades que si lo hubiera traído la cigüeña. Esto es un elemento. También está el hecho de que los padres ya no confían o no ven seguro el futuro de sus hijos. Mis padres sabían que con toda probabilidad yo trabajaría menos que ellos y ganaría más, la concepción tradicional del progreso para un padre. Mis padres eso lo veían de manera espontánea. Yo veo a mis hijos y ya no lo tengo claro. Tercero, la distancia entre los intereses espontáneos del niño y las demandas de la vida adulta cada vez son más grandes. Un niño en los años 60 que fuera hijo de campesinos simplemente viviendo con sus padres se iba integrando en la vida laboral, iba adquiriendo destrezas, aprendiendo cosas. Ahora un niño probablemente no vea nunca a su padre resolver problemas concretos en su trabajo. La sabiduría práctica que necesitará ese niño para resolver sus problemas la tiene que adquirir en otros sitios porque su padre no se la puede dar como se hacía antes. Esta distancia entre intereses del niño y demandas de la vida adulta se ha agrandado.

¿Crees que se sobreprotege a los menores?

A diferencia del pasado han desaparecido los espacios en los que se podía ser niño de manera autónoma, sin supervisión adulta. Cuando yo era pequeño, desde bien pequeño, estaba en la calle, si estaba en casa mi madre se preocupaba por si me pasaba algo, si estaba enfermo, etc. Había que estar en la calle que es donde se hacía la vida. ¿Ahora que padre deja a sus hijos en la calle sin la supervisión de un adulto?

Si la calle es vista con temor y en casa tampoco quieren que estén todo el día delante de la pantalla o el televisor. ¿Hay un espacio en nuestras ciudades para ser joven o adolescente?

Esa es la pregunta. Ahora la calle se ha prohibido para la infancia y ese es un drama. Y aquí hay un elemento muy curioso y también muy nuevo, que todavía no está muy estudiado. Al mismo tiempo que en las actividades presenciales o físicas de nuestros hijos ponemos un adulto para que lo supervise, desde muy jóvenes nuestros hijos tienen relaciones virtuales sin ningún control. El ámbito de la libertad de la acción se ha trasladado desde la espontaneidad física a la curiosidad con la pantalla. No tenemos aun datos porque se diga lo que se diga, las tecnologías avanzan a un ritmo muchísimo más rápido que nuestra capacidad para pensar sus repercusiones.

Los hechos reales son que los padres hemos dejado de tener control sobre lo que nuestros hijos hacen con la pantalla desde bien pequeños. Porque es igual que nosotros no les compremos un móvil porque su amigo lo tiene y los niños son curiosos. ¿Cómo compensar eso? Yo he llegado a la conclusión de que realmente lo que debe preocupar y mucho es el niño aislado, que vive lo que algún psicólogo ha llamado el "botellón electrónico". Está encerrado en su cuarto, parece muy buen chico, pero toda su relación con los demás la tiene a través de la pantalla. Cada vez se están dando más casos así. El niño que tiene amigos y que eso que puede hacer con la pantalla es capaz de contárselo a ellos, el mero hecho de contarlo, ya crea una distancia. El único elemento que realmente puede compensar los excesos que van a cometer nuestros hijos con la pantalla es la influencia de sus amigos. Pero para que los tengan necesitan también ámbitos en los que moverse con espontaneidad y eso se lo estamos negando.

Un problema de la comunidad educativa es el aumento de la violencia entre jóvenes, a pesar de que se está educando en valores de igualdad. ¿Donde puede radicar el problema?

Javier Elzo ha estudiado muy bien el perfil de ese niño acosador y no son niños marginados, son básicamente chavales de 2º y 3º de ESO, de clase media, compañeros normales del aula. No estamos sabiendo responder a eso, no tenemos estrategias. Ahora esto tampoco es algo nuevo. Hace poco estuve en un centro donde se montó un escándalo porque se habían enviado mensajes de crítica o insultos a un alumno. Sin embargo, no hay como ver las puertas de los váteres, donde se decían cosas peores. ¿Por qué nos escandaliza tanto lo que se dice en Internet y no nos escandaliza lo que dicen en los váteres? Nos cuesta mucho aceptar la agresividad como un componente real de la vida de los niños y sobre todo de los adolescentes.

Las razones de la agresividad entre jóvenes son de otro tipo y son mucho más profundas. Forman parte de componentes esenciales de la naturaleza humana. Los patios de escuela siempre han sido los lugares más parecidos a la selva que han existido y todos hemos pasado por ellos. Si queremos tratar con la violencia de niños, jóvenes y adolescentes, tendremos que comenzar aceptando que existe. No hay que escandalizarse sino entender bien cuáles son las dinámicas, qué pasa con los matones de patio, qué ocurre cuando la autoridad del profesor desaparece... ¿desaparece esa autoridad o la usurpa el matón de patio? Cada escuela es un mundo, pero me parece que los adultos tenemos más necesidad de comprender que de escandalizarnos.

En tu libro, "Por una educación republicana" abogas por las virtudes republicanas del modelo educativo (pluralismo, trabajo en equipo, argumentación, etc.) frente a “las apelaciones genéricas a la espontaneidad y a la construcción autónoma de la personalidad" ¿Podrías explicar esta idea?

La idea de que dejando espontáneamente al niño crecer a su aire de allí va a surgir una naturaleza buena me parece que es una idea metafísica y que obedece a una lectura de Rousseau falseada. Creo que los pequeños necesitan orientación, necesitan normas, aunque solo sea para tener contra lo que rebelarse. Creo además que las normas tienen un valor terapéutico, les permite a los niños creer que hay alguien que está controlando el mundo en el que se mueven. Ya sabemos que todo esto tendrá que ser cambiado pero básicamente lo que quiero decir es: cuando a nuestros hijos les damos autonomía sin orientaciones los estamos empujando a perderse. No creo en la bondad de la espontaneidad por sí misma. No hay ningún elemento cultural que no responda al sometimiento de unas normas, comenzando con el soneto. ¿Qué haces con un soneto? Someter la espontaneidad del lenguaje a la rigidez de una forma. Y cuando eso lo haces bien, eres creativo. La creatividad no consigue en romper todas las normas sino en saber jugar con la forma.

¿Es por ello que defiendes también "una ética del deber antes que una ética de la curación"?

No hace mucho tuve una discusión en una escuela con unos profesores de un barrio humilde pero problemático de Barcelona, porque me decían que no consideraban importante impartir conocimientos sino que su objetivo era que los niños fueran felices. Eso me hace rabiar porque la felicidad se está convirtiendo en el opio pedagógico del pobre. Un niño de un barrio marginal no necesita ser feliz, necesita instrumentos para salir de ese barrio. Y eso es lo que le tenemos que dar desde la escuela. Si le denegamos los conocimientos y a cambio le damos eso que a nosotros nos parece que es felicidad estamos siendo profundamente reaccionarios y profundamente clasistas.

Además ¿cómo se consigue que sean felices? ¿Qué demonios es la felicidad? Procurémonos que no sean infelices, démosles estrategias para que sepan desenvolverse en la vida. Sobre todo no convirtamos las escuelas en centros de dinamización del tiempo libre de los niños. La escuela es un sitio sagrado donde el conocimiento tiene un papel relevante.

¿En algún momento termina el trabajo de educarse?

Nunca, como no terminas nunca de aprender a leer, hablar o pensar. Esa es la grandeza del ser humano. Uno de los cantos más bellos que se ha hecho al ser humano, la "Oración de la dignidad humana" de Pico Della Mirandola lo expresa bien: el hombre es un ser indefinido, no es ni celeste ni terrestre, está en medio, entre el animal y el ángel y precisamente porque es ambiguo puede hacerse, puede decidir degradarse o ascender, pero eso no cambia nunca, nunca puedes decir ya he terminado mi labor.

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Gregorio Luri pedagogoarekin elkarrizketa

Iragan ostegunean, hilaren 27an, Gregorio Luri pedagogo eta filosofoak hitzaldia eskaini zuen liburutegian eta pertsona ugari gerturatu ziren hizlaria entzutera. Hitzaldian bere liburua aurkeztu zuen "Mejor educados", non guraso bileretan sortutako hausnarketak jasotzen dituen. Hainbat gauzen inguruan mintzatu zen: hezkuntza sistemaz, behar bereziko hezkuntzaz, haur literaturaz, nerabetasunaz, eta abar.

Elkarrizketan hainbat kontuen inguruan galdegin diogu: gaur egungo gurasoen beldurrak, hezkuntzaren garapena eta gizarte aldaketak, haurrentzat diseinatu ez diren hiriak, teknologia berrien eragina, eskolaren papera edota ikasgeletan edo gazteen artean ematen den indarkeria.

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