Charla sobre la abolición de las penas y el cambio del derecho penal

La profesora y miembro de Salhaketa Paz Francés presentó el libro "De los dolores y las penas, ensayo abolicionista y sobre la objeción de conciencia" de Vincenzo Guagliardo.

Los y las asistentes mantuvieron un debate tras la presención del libro (Fotografía:Plazaberri)

El pasado jueves en la Casa de Cultura y organizado por Barañaingo Gazte Asanblada y la asociación Salhaketa tuvo lugar la presentación del libro "De los dolores y las penas, ensayo abolicionista y sobre la objeción de conciencia" (Editorial Traficantes de Suelos, 2013) a cargo de Paz Francés.

Se trata de una traducción realizada por la propia Paz Francés y Diana Restrepo del libro del mismo título escrito por Vincenzo Guagliardo en 1997. Tal y como explicó Francés, Guagliardo es un ex miembro de las Brigadas Rojas que ha pasado 33 años ininterrumpidos en prisión por pertenecer a este grupo en el pasado y por el asesinato del sindicalista Guido Rossa. Nunca se ha arrepentido de sus actos ni ha querido colaborar con la justicia como sí han hecho otros excombatientes de las Brigadas Rojas. A pesar de ello, sí que ha mediado, sin querer sacar provecho, con la hija de la persona asesinada. «Él ha llevado su proceso, sin arrepentirse porque dice que en esas circunstancias habría hecho lo mismo. Con el tiempo vio que era una equivocación y hay desilusión con sus ex compañeros», cuenta Francés.

Durante su reclusión escribe numerosos libros, entre ellos, este ensayo sobre la cárcel, las penas y la objeción de conciencia. En 2011 le concedieron la libertad condicional junto a su pareja Nadia Ponti y desde entonces está recluido en su casa desde donde continúa publicando.

Cultura del castigo

«El libro da una visión amplia de la cultura del castigo y es una respuesta al libro de derecho "De los delitos y las penas" que es el que comienza con el derecho penal garantista», explicó Paz Francés tras realizar un esbozo del autor y de la razón que le llevó a ella y su compañera a traducir este libro. Según explicó, la cuestión más importante del libro es el dolor. «La pena significa dolor, y el derecho penal viene a ser la potestad del Estado para infringir dolor», señaló, para añadir que «la abolición del derecho penal que propone es la abolición de la pena, entendida como dolor».

El libro refleja dinámicas de la cárcel y de la sociedad en la que se enmarca y frente a ese dolor propugna la abolición de la cultura del castigo. Según esta visión del abolicionismo, «quizá la más radical que hay», Guagliardo considera necesario «cambiar el chip del castigo en todas las facetas de la vida y abolir las estructuras represivas». A juicio del autor, la cárcel usa el dolor para crear sufrimiento, «mutilando las posibilidades autónomas y crea dependencia y obediencia; crea códigos internos de conducta que aniquilan la personalidad y la cárcel también deshumaniza. Las relaciones humanas, espontáneas, son destruidas mientras crea obligaciones impuestas, como estar en patios minúsculos con personas con las que no quieres estar. Alejan a las personas que amas y acercan a los odios y a los conflictos», en palabras de Francés.

«La pena es también una pena corporal; cuando se reprime un cuerpo este se manifiesta con dolor físico y el cuerpo reacciona a la prisión con dolor», añade. En este sentido señaló que a los 6 meses ya se registran cambios en las personas encarceladas y a partir de los 4-5 años hay daños físicos y psicológicos irreversibles.

Respecto al proceso penal, «es un show con supuestos tintes de racionalidad, trata de esconder el dolor con palabras técnicas para tapar que se castiga a alguien y se le impone el dolor», a juicio de Francés. «En el proceso penal a la víctima se la ignora o se la exalta para pedir penas más grandes», mientras que la judicatura, fiscalía, abogacía o el funcionariado «viven del castigo». «En el derecho penal lo que se enseña es cómo imputar un delito», añade.

Creados a imagen y semejanza de la sociedad

Las penas de cárcel y los procesos penales están creados a imagen de la sociedad, según plantea el libro. «Todo está condicionado al sistema capitalista y patriarcal, donde la generosidad no existe, triunfa el individualismo y la burocracia y no se entiende que nos podamos relacionar de otra manera», opina Francés. «Incluso los movimientos sociales de liberación también están contaminados por los mecanismos de castigo», añade. La lógica del castigo impregna todas las relaciones humanas desde la infancia y su origen está en la sociedad judeocristiana en la que vivimos, según señaló la traductora de la obra.

Frente a todo esto, Guagliardo plantea algunas líneas de actuación en este ensayo. «Concienciarnos de la necesidad de ir más allá del derecho. Es una forma de relacionarnos y hay más», en palabras de Francés. «También está la necesidad de no juzgar, abordar los conflictos desde otra perspectiva, no juzgar sino resolver los conflictos. El abolicionismo empieza en cada persona». Asimismo, «hay que romper las relaciones de poder y construir algo diferente, y no estar permanentemente buscando el castigo». Y finalmente, «la sociedad no tiene que ser perfecta para abolir el derecho penal. ¿Si la abolimos, entonces qué?, se pregunta la gente. No hay que esperar a que todo cambie a la vez, aboliendo unas cosas otras fluirían más fácil: el cambio político, económico, el educativo…».

Guagliardo propone trabajar con el dolor, «porque es parte del ser humano» y plantea que la cárcel es irreformable y que sólo es posible abolirla. «Nos parece que no podemos vivir sin prisión pero nos olvidamos que solo hace 270 años que hay penas de cárcel», puntualiza la profesora y miembro de Salhaketa. «En Noruega y Dinamarca el máximo de años de cárcel son 10-12 años y no se cuestionan que sean pocos años. Trabajan más la rehabilitación, la recuperación de las personas. En varias sociedades indígenas funciona la justicia consensual y todo va a mediación», opina. «Las personas pueden cambiar a lo largo de su vida por eso la pena no sirve», añade.

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Zigorraren kulturaren aurkako hausnarketa

Iragan ostegunean Kultur Etxean BGAak eta Salhaketak antolatua Paz Frances eta Diana Preciadok itzulitako "De los dolores y las penas" liburua aurkeztu zuen lehenengoak eta solasaldia egin zen bertan adierazten denaren inguruan. Liburua Vincenzo Guagliardo Brigada Gorrien kide ohiak idatzitakoa da, gartzelan 33 urte jarraian eman dituenak, eta bertan hausnarketa egiten du zigorraren kulturaren inguruan eta espetxe eta zigor-prozesuak ezeztatzearen alde egiten du.

Guagliardoren iritziz zigorra mina eragiteko modu bat da eta zigor-prozesuak Estatuak mina imposatzeko modu bat da. Gartzelak mina (fisikoa nahiz psikologikoa) sortzeko sortu dira, eta dependentzia, obedientzia eta gizatasuna kentzea dute helburu, elkartasuna eta bat-batekotasuna ezeztatuz. Bestalde, Paz Frances irakasle eta Salhaketako kidearen iritziz, zigor-prozesuek, interesez betetako "show"-ak dira, non biktimak alde batera uzten diren ala erabiltzen diren zigorrak handitzeko eta bertan parte hartzen duten langileek zigorraz bizi diren (abokatuak, fiskalak, epaileak, funtzionarioak…)

Biak, gartzelak eta zigor-prozesuek gure gizartearen islada direla adierazi zuen Francesek. Gure gizartean errotuta dago zigorraren kultura eta horren aurka ekitea da liburuaren egilearen nahia. Bestelako harremanak sortzea, Zuzenbidearen eremua gainditzea, epaitu ordez gatazkak konpontzea, kontzientzia-objetore bilakatzea eta gizartea aldatu dadin ez itxarotea proposatzen ditu Guagliardok jardute bide bezala. «Gartzelarik gabe bizi ezin garela uste dugu baina gartzela zigorrak orain 270 urte sortu ziren», adierazi zuen Francesek. «Danimarkan eta Suedian 10-12 urteko gehienezko gartzela zigorra dute, eta ez dute ikusten gutxi balitz bezala, pertsonen errehabilitazioa eta berreskuratzea lantzen dutelako. Herri indigena batzutan adostasunezko justizia erabiltzen dute eta guztia bitartekaritzara doa», adierazi zuen Francesek.

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