2014-06-21
Historia - Historia

Fiestas de Barañáin, una historia inacabada

¿Cómo han evolucionado las fiestas de nuestra localidad?, ¿Cómo eran aquellas primeras fiestas? He aquí algunas respuestas.

Tras los acordes del txistu o el acordeón, siempre se ha reunido gente para bailar.
Tras los acordes del txistu o el acordeón, siempre se ha animado gente. (Plazaberri)

Del Barañáin rodeado de campos y casas de piedra al Barañáin de hoy en día existe un abismo. Desde los años sesenta del pasado siglo, la localidad creció a un ritmo vertiginoso. Este desarrollo supuso infinidad de cambios y las fiestas, como un elemento más de expresión y encuentro popular, crecieron de la mano de dicha transformación. Fue a partir de la construcción de las primeras viviendas de AVANCO cuando, debido a la mayor afluencia de vecinos, las fiestas empezaron  a tomar la forma que hoy lucen. Pero antes también hubo tiempo para el ocio.

Pilar Etxeberria, vecina de 66 años, llegó a nuestro pueblo hace seis décadas junto a sus padres, su abuela y su hermano. «Por entonces sólo había unas quince casas y la iglesia en el pueblo viejo y estábamos rodeados de campo. Parece mentira que ya no quede nada de eso. Allí pasé una niñez estupenda», explica. 

Nostálgica, Etxeberria recuerda las primeras fiestas que vivió aquí; «antes no eran como ahora, claro, hemos evolucionado muchísimo. Imagínate que si había baile el cura se enfadaba…», cuenta entre risas. «Cuando era pequeña, sólo era fiesta el segundo día de Pascua, por el Patrón de San Esteban. Venía un acordeonista y nos pasábamos toda la tarde bailando», comenta. La vecina hace hincapié en el carácter familiar de aquellos encuentros, «lo normal era que en la casa que había sitio, en un patio o en un bajo, nos juntásemos todos los vecinos, el acordeonista en una silla y los demás alrededor. Sólo estábamos los del pueblo (que éramos pocos) y algún pariente que venía a visitarnos».

Las fiestas se pasan a junio

La cosa cambió cuando se entregaron las primeras viviendas de AVANCO. «Hace 47 años estrenamos la primera casa que hicieron en la Avenida Pamplona, algunos de los vecinos que vivíamos en el pueblo viejo nos pasamos allí», cuenta Etxeberria, que reconoce que «por aquel entonces hubo mucho descontento con esas viviendas por parte de los vecinos del pueblo viejo». Aún así, admite que «es a partir de ese momento cuando se empieza a hacer algo».

Juan Bautista Agós, el que fuera primer alcalde de Barañáin entre 1971 y 1979, también se instaló en aquellas viviendas, convirtiéndose en uno de los muchos 'vecinos nuevos' que llegaron a la localidad. Fue en 1972 cuando las fiestas se celebraron por primera vez en junio, por San Pablo. «Entonces sólo duraban tres días, de viernes a domingo. Eran fiestas pequeñas; de 'pueblo-pueblo'», comenta Agós. «Ese primer año, el concejo no tenía prácticamente dinero y fue la misma gente joven del pueblo la que empezó a moverse, pidió dinero a bares y también con algo de ayuda del ayuntamiento la fiestas salieron adelante. No fue algo oficial por así decirlo, si no más bien popular. Era algo que la gente quería e hizo. Al ver la buena respuesta, se siguió mejorando en los próximos años», explica el ex alcalde.

En este tiempo las fiestas comenzaron a moldearse. «Había dianas, música por la mañana, bailes por la tarde y por la noche... y ya algunas cuadrillas empezaron a hacer cosas, me acuerdo de la comida popular, que por entonces se hacía en el pueblo viejo», explica Agós. Pero todavía se trataban de unas fiestas pequeñas. «Barañáin era un pueblo en el que vivían personas de otros lugares de Navarra, y solían aprovechar el puente para volver al pueblo. No existía todavía una tradición de festejar», comenta Etxeberria.

Los primeros espectáculos y actividades

En esos tiempos, los espectáculos de dantzas y jotas tenían muy buena recepción. «Durante muchos años vino el txistulari Policarpo Jose Luis Garay, que era muy famoso», comenta Agós. También recuerda que uno de los actos más antiguos de las fiestas fue el torico de fuego, que «se inauguró el primer o segundo año que las fiestas se celebraron en junio», comenta. «Primero se hizo en la Plaza de los Sauces porque todavía no estaba construido el colegio Los Sauces. Pero claro sacábamos solo un torico, y no había txaranga ni nada por el estilo», explica Agós.

Por su parte, Etxeberría reconoce que en aquel momento comenzó a desligarse de las fiestas. «Admito que yo no he participado mucho, supongo que cambió todo tan rápido que dejé de identificarme con aquello que viví de pequeña. Yo aquí vivo muy agusto, porque he vivido siempre y es mi pueblo, pero realmente de aquel pueblo viejo al que llegué cuando era una niña apenas queda nada, y eso me da mucha pena», admite.

Consolidación

Fue en 1975 cuando se eliminó la fiesta de San Pablo y se decidió fijar las fechas de las fiestas en la última semana de junio. El aumento de los días fue ligado al aumento de la población, siendo de manera gradual, de tres días se pasó a cuatro y, con el tiempo, conformaron los cinco días que hoy conocemos: de miércoles a domingo.

Por aquel entonces, casi todas las actividades tenían lugar en el colegio Los Sauces o alrededores, siendo éste el centro neurálgico de las fiestas. «Allí se hacía el baile, las dantzas de la tarde, el torico de fuego... era territorio blanco», explica Agós.  En esos años la participación ciudadana ya era notable, aunque «no estaba tan organizada como ahora», cuenta el ex alcalde. En vez de calderetes, los vecinos se juntaban para hacer cordero al chilindrón, ya que era un producto de la Cuenca de Pamplona. «Entonces, al no estar tan masificado como ahora, más que apuntarse por cuadrillas, la gente se apuntaba y estábamos todos juntos. En ese aspecto eran comidas más familiares», confiesa.

En cuanto a los niños, por aquel entonces ya gozaban de alternativas para la diversión. Hasta 1977 Barañáin no poseía gigantes propios, pero los domingos, las comparsas y agrupaciones de otros pueblos venían a animar a los más pequeños. La Asociación Deportiva San Juan traía trompetas y cornetas y un tren chu-chú, y también se realizaban espectáculos con marionetas en el patio del colegio Los Sauces.

Cambios importantes

En las fiestas de 1977, Barañáin estrenó por primera vez una pareja de gigantes propia, adquirida por el ayuntamiento; el Pamplonica y su pareja la Mujer Regional. Al año siguiente se compraron Don Quijote y Dulcinea y los cabezudos Payaso, Navarrico, Bruja y Napoleón. Entonces no existía la Comparsa de Gigantes y Cabezudos de Barañáin, que se consolidó a mediados de los años 80.

A principios de los 80, las fiestas de Barañáin conocieron las Txoznas en el terreno que hoy constituye el colegio Alaitz y fue también por esos años cuando la localidad estrenó fuegos artificiales, barracas y se dispuso una plaza de toros portátil, pero esta última no terminó de cuajar.
 
En 1984 Barañáin se constituyó como Ayuntamiento independiente pero, contra todo pronóstico, este paso no supuso un gran cambio en la celebración de las fiestas. «El cambio radical se puede decir que surgió con la construcción del nuevo Ayuntamiento, ya que el colegio Los Sauces dejó de ser el centro neurálgico y todas las actividades se trasladaron a esa zona», comenta Agós. Esto supuso un impulso a toda la Avenida Comercial, que hasta ese momento carecía de vida durante las fiestas.

Desde entonces, las fiestas de Barañáin han evolucionado con sus gentes. Con una Comisión de fiestas muy bien organizada, las alternativas populares han aumentado significativamente, consiguiendo que cada vez más personas se integren en el festejo y salvando las trabas impuestas en los últimos años. Con un pasado tan cambiante, nadie puede negar que la historia de las fiestas de Barañáin todavía se está escribiendo.

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