Prejuicios y perjuicios clasistas

Hace un año acudí a un seminario en la upna cuyo tema no viene al caso, uno de los ponentes fue Jorge Nieto, profesor de economía en esa universidad, quien nos introdujo el concepto de “extractores de rentas”.

Estos individuos se caracterizan por obtener un rendimiento muy superior al valor añadido que crean en la sociedad, si es que crean algo, causando un perjuicio a consumidores y/o contribuyentes. En el ámbito académico se entiende que estos individuos desarrollan su lucrativo negocio gracias a privilegios obtenidos por condiciones políticas, históricas o geográficas.

La opinión pública, hoy en día, coincide aunque sea superficialmente con la definición académica. Si se le pregunta a un ciudadano mediano qué entiende por extractores de renta, seguramente lo relacione con políticos, altos empresarios y asesores de todo tipo que cobran sueldos desorbitados por acudir a reuniones en las que no se decide nada.

Sin embargo, hace unos años el ciudadano mediano ante la misma cuestión, hubiese pensado en esos “ociosos”, principalmente inmigrantes, o nacionales de alguna etnia minoritaria, que “viven del aire” cobrando ayudas sociales a diestro y siniestro. Ahora que el nivel de desempleo ha alcanzado niveles históricos y a todo el mundo le ha tocado de cerca, ahora que se le ven las orejas al lobo, la opinión pública ha tomado conciencia. La clase media aboga por una potente red de seguridad que le sostenga en caso de que algún desequilibrio le haga caer desde ese grupo social hacia el de los “ociosos”. El ciudadano mediano se ha dado cuenta de que el que no trabaja no es porque no quiere, sino porque no puede.

Pero ¿Qué pasará cuando las clases medias recuperen el poder de compra y el nivel de “bienestar” previo a la crisis? si es que algún día lo recuperan. ¿Qué pasará el día en el que el  desempleo vuelva a una tasa “normal”? si es que ese día llega. ¿Nos olvidaremos de los marginados (“ociosos”) que este sistema socio-económico que  sustentamos provoca?

Espero que si ese día llega, no caigamos en prejuicios de clase, y no nos olvidemos de los perjuicios de clase, aunque las portadas  de los telediarios no las copen casos de corrupción. Esa es mi esperanza aunque como dice “def con dos” el alzheimer arrasa.