«Piensas que vas a ayudar, y son ellos los que te ayudan a ti»

La joven berinianense Andrea Irisarri fue distinguida recientemente por el Gobierno de Navarra con el galardón al Valor Solidario de Juventud 2015. Desde 2013 ha impulsado la ONG Kibera Pride, situada en el suburbio de Kibera, Nairobi (Kenya), donde ha creado un hogar/orfanato que lucha por cambiar la vida de los niños y niñas más vulnerables de la zona, proporcionándoles hogar y educación. Ahora mismo se encuentra estudiando en Barcelona un master de la pedagogía Montessori, pero tiene intención de volver a Barañain y crear una escuela «que trabaje desde los valores, el respeto y la libertad».

¿Qué significó para ti el reconocimiento del Gobierno de Navarra?

Ha significado un fuerte empujón para seguir adelante en los momentos difíciles. Un recordatorio de que los sueños se cumplen si se lucha por ellos, y que siga haciéndolo hasta el final. En realidad, fue una total sorpresa para mi, ni siquiera sabía que me habían presentado. Por lo que la recibí con mucha alegría y emoción.

Viajaste a Kenya en 2012 como cooperante. ¿Ese fue el inicio en el mundo de la cooperación?

Desde el 2009 hasta el 2014 estuve como voluntaria en Ikaskide, una asociación de Pamplona que ofrece apoyo académico a niños/as sin recursos; y en el 2010 empezó toda una aventura con la asociación EKHI, de Huarte, yendo a una casa de acogida de Letonia, como voluntarios también, de la cual han salido numerosos encuentros con nuestros amigos Letones. Tanto a Ikaskide como a EKHI tengo que agradecer el hecho de fortalecer mis ganas por seguir en el mundo del voluntariado con las experiencias inolvidables que me aportaron.

¿Qué es lo que te llevo a ser voluntaria?¿Por que África?

Mis padres no saben decirme la primera vez que me escucharon decir que quería ir a África a ayudar en lo que pudiera, no se bien porqué, pero lo tenía muy claro desde pequeña. Soy consciente de que ayuda hace falta en cualquier parte del mundo, pero siempre he tenido especial cariño al continente Africano. Así mismo, en el 2012, Iker, mi pareja, me animó a hacer realidad mi sueño y volamos a Kenia, donde empezamos un viaje que no sabíamos que no tendría final.

Impulsaste la ONG Kibera Pride en Nairobi. ¿Qué proyectos lleva a cabo la ONG?

Ahora mismo, además de ofrecer alojamiento a 28 niños y niñas de las familias más vulnerables de Kibera, también ofrecemos apoyo académico por las tardes a más de 30 niños y niñas de diferentes familias, los cuales también vienen a pasar el fin de semana con nosotros, para evitar así que pasen los días en las calles del slum. De este modo, realizamos con ellos actividades dinámicas, basadas en valores, en el cariño y la diversión. Aparte de ofrecerles apoyo académico con lo deberes, también conseguimos a padrinos y madrinas que apuesten por su educación y quieran darles la oportunidad de seguir en la escuela.

¿Qué es lo que mas destacarías de tu experiencia allí vivida?

Cada momento vivido, se convierte en un recuerdo imborrable. Piensas que vas a ayudar, y son ellos los que te ayudan a ti, enseñándote lo verdaderamente importante de la vida, enseñándote a sonreir pase lo que pase, y dándote fuerzas para seguir luchando por un mundo mejor. Porque allá donde menos tienen, más felices son.

¿Cómo animarías a otros jóvenes a que sean voluntarios?

Me parece que tiene que ser una decisión personal, algo que te mueva desde dentro. En mi opinión, es una experiencia que todos deberíamos vivir en algún momento, salir de esta sociedad materialista donde siempre queremos más, para dar lo mejor de ti en un lugar donde solo importa lo humano. Te abre los ojos a un mundo nuevo y te empuja a actuar.

Después de haber visto que alguien a sonreído gracias a tu granito de arena, y de saber que hay millones de personas a la espera de que les lleguen otros granitos que les den el empujón que necesitan para salir adelante, es imposible volver al sofá de tu casa a ver la tele de brazos cruzados como si no pasara nada. No hay día que no me acuerde de sus miradas, de sus sonrisas, de sus voces, de sus abrazos… Se que es muy difícil cambiar todas las injusticias del mundo y llegar al momento en el que todos seamos iguales, donde nadie se muera de hambre y todos nos preocupemos por el bien de los demás, sin importar las fronteras que haya de por medio… pero ya lo dijo Eduardo Galeano:

“Personas pequeñas, en lugares pequeños, haciendo cosas pequeñas, pueden cambiar el mundo”. Por eso, seguiré haciendo todo lo que esté en mi mano hasta el final, agradeciendo siempre a todas esas pequeñas grandes personas que han estado acompañándome en este sueño desde el principio, a las que se han unido por el camino, y a las que en un futuro se unirán.

¿Cuáles son tus próximos proyectos?

A principios de abril volveré a Barañain, donde empezaré a desarrollar junto con mi compañera Beatriz Alonso, el proyecto de una escuela Montessori, una escuela centrada en el desarrollo del niño/a, que trabaje desde los valores, el respeto y la libertad. No creemos que la mejor forma de aprender sea estando delante de un libro durante horas para memorizar algo que después de escribirlo en el examen lo vas a olvidar, ni mucho menos en que todos y todas aprendan lo mismo, al mismo tiempo, y de la misma manera. Por eso apostamos por una educación basada en la práctica, en la motivación del niño/a, en su interés y en sus ganas por descubrir cosas nuevas.