Eduardo Arocena

Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.

2017-12-08

¿Qué es ser de izquierdas hoy en día?

Si bien hasta hace relativamente poco tiempo los valores de izquierdas han defendido los derechos laborales, políticos, civiles y sociales fundamentales (pero básicamente se centraba en reivindicar unas condiciones laborales dignas), y que esos logros alcanzados son atribuibles a los movimientos progresistas, hoy en día esta posición es manifiestamente insuficiente y no incluye otros valores necesarios o yerra en los argumentos que respaldan sus reivindicaciones, y esto es especialmente relevante ante la ofensiva neoliberal que sufrimos. Hoy en día la izquierda además será feminista o no será, será animalista o no será y será ecologista o no será. Simultáneamente.

Una de las contradicciones clásicas de la izquierda ha sido defender todo puesto de trabajo (ante eventuales deslocalizaciones, por ejemplo). ¿Pero es sensato defender cualquier trabajo como la creación de automóviles o la extracción de carbón? Veamos el primer caso: para fabricar todos y cada uno de los componentes de un coche se requiere una fase de obtención de las materias primas, su transporte, elaboración y manufactura y ensamblaje. Todos estos procedimientos necesitan recursos naturales (agua, minerales, metales, hidrocarburos… todos ellos finitos) y producen deshechos contaminantes en gran parte irreciclables o que tardan miles de años en descomponerse, además de la polución del aire. Cierto es que da sustento a miles de personas que colaboran en todo el ciclo, pero a cambio se produce un deterioro en la salud medioambiental y de todos y cada uno de sus habitantes. Y para colmo, los trabajadores sólo perciben una mínima parte del beneficio económico obtenido por los propietarios de las empresas que participan en el proceso. En el caso de la extracción de carbón la contradicción es más evidente aún.

Leer el “Manifiesto contra el trabajo” del grupo Krisis alemán (www.krisis.org/1999/manifiesto-contra-el-trabajo/) supone una bofetada a lo que damos por sentado al hablar del trabajo. Y más aún en esta época en la que la revolución digital va a suponer la automatización de millones de puestos de trabajo en un mundo globalizado neoliberal donde aumenta la duración de las jornadas laborales pero cae la demanda, poniendo más de relieve la importancia de la discusión sobre la renta básica, aunque el objetivo final siempre sea lograr justicia social y este instrumento sea un parche transitorio.

La desigualdad salarial entre hombres y mujeres y el machismo cotidiano rampante que impide una igualdad real y efectiva, el trato degradante y cruel a los animales por diversión o negocio, o el deterioro de la naturaleza no se pueden dejar en manos del mercado, pues mientras se consiga beneficio económico de ello no existe ningún estímulo para erradicarlos. Hay intereses contrapuestos. No son fenómenos meteorológicos naturales inevitables e inmutables, son decisiones humanas y por tanto, si no funcionan, modificables. Por ello es necesario legislar sobre estos asuntos, al igual que sobre los derechos políticos, civiles y sociales. Es cuestión de voluntad política en su sentido más amplio. Está en nuestra mano.

Si los obreros en España tuvieran conciencia de clase…

  • Yo a tu edad trabajaba 14 horas al día y no me quejaba

+     Pues menos mal que hubo quién sí se quejó

 

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