Eduardo Arocena

Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.

2018-03-01

País de pandereta

Lo de la llamada a la policía de un vecino de la localidad de Torrejón al confundir a Puigdemont con Joaquín Reyes caracterizado del susodicho para rodar un sketch para El Intermedio no dejaría de ser anecdótico si no señalara tristemente el nivel de alienación y anestesia general que domina la escena popular. ¿Cómo se explica si no el auge de Ciudadanos en Cataluña? No será porque sus propuestas políticas sean beneficiosas para amplios sectores de la sociedad. Es un perfecto ejemplo de que el neuromarketing y la propaganda masiva en medios de comunicación son efectivos. Un lavado de cerebro de libro.

Bajada de pensiones, subida de la edad de jubilación, destrucción paulatina (pero inexorable a este paso) y consciente de la sanidad y educación públicas, rescate a bancos y autopistas, incremento de la deuda soberana y del precio de las matrículas universitarias, descenso de la inversión en I+D+I, ataque frontal a los derechos civiles, parasitación de los organismos públicos y órganos judiciales...

El desinterés y la apatía hacia la cosa pública es manifiesta… hasta que te afecta personalmente. Entonces te conviertes cual Jekyll y Mr. Hyde en el más indignado de los ciudadanos. Aquí cada uno va a lo suyo hasta que es demasiado tarde. Esto se comprueba con poco esfuerzo en la falta de participación en la vida pública. Yo lo viví en mis carnes como Secretario de Participación de Podemos Barañáin Ahal Dugu. En su punto álgido llegamos a reunirnos en asamblea cerca de 40 personas. ¡¡¡40 personas!! En un municipio con cerca de 20.000 habitantes es un despropósito, y no fue por falta de promoción ni escasez de publicidad. Cada semana colocábamos carteles y anuncios en redes sociales. Ni por esas. Uno podría argumentar que hay más opciones para participar, pero la realidad es que nosotros llegamos a ser uno de los colectivos políticos más numerosos, no en el sentido de partido político sino de movimiento social.

La afiliación sindical en España es otro indicador elocuente: el 5,5% de los trabajadores entre 16 y 30 años está afiliado a un sindicato, mientras entre los 51 y los 65 años sube hasta el 19,8%. De los niveles más bajos de la UE.

La participación en elecciones generales, autonómicas y municipales, en la elección de representantes en los claustros universitarios, las APYMAS, las juntas de vecinos, elecciones sindicales… Mires donde mires la participación es insuficiente. Y eso que sólo hablo de votar, no de arrimar el hombro. Eso es ya la panacea. Sólo un alma cándida como yo podía pensar que de verdad iban a cambiar las cosas cuando decidí aportar mi granito de arena en el culmen de la crisis/estafa que sufrimos.

Aunque aún hay tímidos signos de esperanza a los que aferrarse, como los jubilados que se manifestaron recientemente a lo largo y ancho de la piel de toro reclamando una pensión digna. Los que lucharon por la democracia vuelven a hacerlo ahora aleccionando con su ejemplo a los incontables conciudadanos que viven esperando que otros arreglen sus problemas.

Como he repetido aquí muchas veces, si no haces política, otros la harán por ti, y puede que se llamen Albert Rivera, Toni Cantó, José Javier Esparza, M. Rajoy o Rafael Hernando. Si esto no te levanta del sillón, no sé qué más hacer.

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