Pablo Idoate

Pablo Idoate

“Hablaremos de ese vicio saludable que no entiende de sexo ni edad. Ése que traspasa fronteras más allá de cultura y religión. Crea amistades, levanta pasiones y, además, es gratis. Consumiremos deporte. Dosis sin límites.”

2018-02-19

No es ciudad para bicis

Me siento bien al decidir usar la bici en lugar del coche. Por mí, ya que esos minutos sobre las dos ruedas me dan salud, tiempo y hasta buen humor, y por ti. Sí, también por ti. No voy a descubrir nada nuevo pero conviene recordarlo y repetirlo como un mantra: la contaminación mata. Lo dicen estudios globales: “La contaminación del aire ya es una de las principales causas de muerte en el mundo”  y estudios locales realizados recientemente en Pamplona por investigadores de la Universidad de Navarra: “La contaminación en Pamplona supone unos 120 ingresos hospitalarios al año”.

 

No es mi intención criminalizar al colectivo automovilista. Si vives en Barañáin y trabajas en la Sakana no pretendo que hagas una etapa del Tour cada día. Pero si vives en Barañáin y por ejemplo, trabajas en Landaben, has de ser saber que tu decisión de bajar en coche mata, aunque sea un poquito, a todos tus vecinos. A los niños, a los abuelos, a todos aquellos que van respirando el humo de tu tubo de escape a tu paso día tras día. ¿Duele leer esto? Lo siento, pero es así.

 

Trabajo en un colegio en el centro de Pamplona a exactamente 2’5 kilómetros de mi casa, en el centro de Barañáin. Distancia que cada día recorro en bicicleta, empleando un tiempo de, como máximo, 10 minutos. Y he de decir que prácticamente no tengo conflictos ni con peatones ni con conductores. También es cierto que me considero un ciclista cívico: utilizo el carril bici de Barañáin y los resquicios que quedan de la pintura utilizada en Pamplona, aminoro el paso al llegar a un paso de cebra, me aseguro que los coches me ven y me ceden el paso (no me bajo, vale, lapídenme) y procuro no pasar cerca de peatones. Pese a ello sé y entiendo que mi presencia en la acera incomoda a los viandantes.

 

Hace cosa de un par de meses amanecía con esta noticia: “Las bicicletas no podrán circular por las aceras en Pamplona”. Ante una medida que me iba a afectar personalmente decidí realizar durante una semana mi recorrido diario utilizando exclusivamente la calzada. En sólo 5 días estuve a punto de ser atropellado en tres ocasiones y tuve confictos con dos coches que me achacaron que “iba creando tráfico”. A todo ello sumé el humo que respiré de forma mucho más directa al ir detrás de los coches y parar en los semáforos.

 

No nos lo ponen fácil, es cierto. Sobramos de las aceras y sobramos de las carreteras. La realidad es que Pamplona no es ciudad para bicis. La nueva normativa no deja de ser una utopía. El ciclista urbano, aunque le gustaría, no va a circular por la calzada. Y no va a ser por falta de ganas sino por su integridad física. Hacen falta medidas mucho más radicales y efectivas. Llenar la ciudad de radares para no sobrepasar los 30km/h (o nos tocan el bolsillo o no cambiamos, triste pero cierto), sancionar si no se mantienen la distancia de seguridad con las bicicletas, mejorar el transporte urbano aumentando su frecuencia y dándole un carril en exclusiva. Las soluciones están muy claras pero no hay valor para tomarlas. ¿Por qué? Porque hacerlo es perder votos. Porque vivimos en una ciudad esclava del coche que no está dispuesta a renunciar a la comodidad y prefiere mirar para otro lado cuando le hablan de salud y contaminación. He llegado a leer que deberían imponer impuestos a las bicicletas de la misma forma que tienen los coches. Ver para creer...

 

Así que tú, conductor, no te voy a pedir que cambies tu medio de transporte. Sólo te pido que cuando veas una bicicleta recuerda que es vulnerable, que el mínimo golpe puede ser mortal. Recuerda que esa persona, al decidir usar la bici, está cuidando su salud y también la tuya. Quiérele un poquito.

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