Eduardo Arocena

Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.

2019-04-08

A los abstencionistas

Con demasiada frecuencia oigo a puristas de la izquierda casi alardear de que no van a votar en las próximas generales, puesto que no hay ningún partido que les represente. Que el programa de unos no es lo suficientemente ambicioso, que los otros no van a cumplirlo o que si la abuela fuma. Parece ser que si el programa no concuerda al 100% con tus ideas (por cierto, ¿acaso te lo has leído?) no vale la pena perder 20 minutos de tu preciosísimo tiempo en ir al colegio electoral a depositar tu voto en la urna. Estos izquierdistas teóricos de sofá y mentalidad de pepito grillo y tolosas (to’ lo saben) suelen además esparcir la semilla del inmovilismo a su alrededor tratando de convencer concienzudamente a sus allegados de que su postura es responsable y coherente. No minusvalores nunca a un tonto motivado. Pues nada más lejos de la realidad.

Sabemos que la derecha siempre acude a las urnas en tropel (o manada), incluso llevando autobuses de viejitos de residencias con la conveniente papeleta en la mano o monjitas de todos los conventos y colegios habidos y por haber.

Las filas abstencionistas están plagadas de personas de ideología progresista, que por el motivo que sea, deciden que su voto no vale para nada. Por su parte, el trifachito no va a perder ni un sólo voto. Sus votantes únicamente elegirán la tonalidad del pantone facha que deseen y se trasvasarán su voto entre ellos, para luego llegar a pactos como en Andalucía. Su número total de votantes no fluctúa demasiado. Ganará la ultraderecha, ya sea el PP, su marca blanca Ciudadanos o su marca aria Vox, y ganará por incomparecencia de la izquierda caracterizada por la extrema sensibilidad y crítica inmisericorde de su electorado a la más mínima oportunidad y por su agonístico nivel de melodrama interno con luchas, divisiones y purgas al que nos tiene malacostumbrados. En el caso menos malo, pero malo en todo caso, gobernará el “donde dije digo, digo Diego” PSOE apoyado por el partido del IBEX, C’s. Ya vimos los acuerdos a los que llegaron en Andalucía o el pacto de gobierno para el que pidieron su adhesión a Unidos Podemos a sabiendas de que era plenamente inasumible para la formación morada, por ser contrario a su programa.

En estas elecciones nos jugamos plantarle cara al fascismo, al neoliberalismo ecónomico y al darwinismo social, a la ley de sálvese quien pueda, en definitiva. Nadie se puede permitir el lujo de permanecer indiferente, pues eso le convertiría en cómplice. Unidos Podemos consiguió arrancarle al PSOE los presupuestos más sociales de la historia, que marcaban el camino para comenzar a mejorar la vida de la gente, y que no pudieron llevarse a cabo por la negativa de los nacionalistas catalanes. Los avances necesarios para la gran mayoría no se conseguirán de un día para otro, ni todos de golpe, ni con total intensidad. Es muy ingenuo pensar lo contrario. En todo caso serán graduales, paulatinos y en constante progresión. Pero desde luego no se conseguirán si los partidos dispuestos a llevarlos a cabo no tienen la suficiente fuerza parlamentaria para implementarlos. Esta fuerza se traduce en escaños que a su vez se traduce en votos. Tenemos el ejemplo de Portugal.

Los que mandan en realidad, los que no se presentan a las elecciones pero detentan el poder desde siempre, el IBEX35, la banca, los dueños de medios de comunicación, empresas energéticas, grandes constructoras y oligopolios, las 20 familias que siempre han regido España, se frotan las manos con la abstención y se fumarán un puro a nuestra salud.

Vota, joder.

"No nos parecerá lo más grave las fechorías de los malvados, sino el escandaloso silencio de las buenas personas" - Martin Luther King

 

Diseño y desarrollo Tantatic