Eduardo Arocena

Estudiante y trabajador precarios. Indignado de sofá que decidió comprometerse y aportar su grano de arena. Espectador cada vez menos impasible de la vida.

2015-03-27

Divide y vencerás

Dice Amin Maalouf en su ensayo Identidades Asesinas que no hay dos personalidades iguales pues cada identidad está conformada por lo que él llama pertenencias: color de piel, sexo, lengua, religión, cultura, experiencias vitales… Y que el miedo a perder las pertenencias más importantes para cada uno en un mundo globalizado es fuente de división y atrincheramiento.

No entiendo ese tan habitual empeño en resaltar las diferencias en vez de las similitudes, mucho más relevantes en mi opinión, más aún cuando se eligen como pertenencias principales aquellas que considero son secundarias. Yo me siento mucho más unido a un operario de una planta alemana de volkswagen que a Amancio Ortega, qué quiere que le diga.

La tendencia actual a la individualización, a la exaltación del “yo” en lugar del “nosotros”, tan propia de la concepción neoliberal de la vida, en la que todo se somete a las “leyes del mercado” nos convierte en seres ensimismados defensores a ultranza de cualquier mínima diferencia que creamos que define nuestra identidad.

Pues bien, nuestra identidad puede cambiar a lo largo de la vida (aprender otro idioma, mudarnos a otro país, hacer nuevos amigos, etc), pero difícilmente lo harán nuestros valores: generosidad, tolerancia, justicia, amabilidad, coraje, honestidad, por citar algunos. Estos valores explican a mí parecer la identidad mucho mejor. Los 3 principios sobre los que se fundamentan las democracias modernas - libertad, igualdad, fraternidad – definen de manera más precisa nuestra identidad, nuestras pertenencias, que las creencias o lengua materna ¿Por qué no nos aglutinamos alrededor de ellos?

¿Por qué no sustituimos el tan dogmático término “competencia” por “cooperación”, como inquiría insistentemente José Luis Sampedro? Somos animales sociales, y empáticos, y como tales nos necesitamos los unos a los otros. Y esto no es filosofía new age barata. Es la constatación de una realidad: juntos y unidos, activos y vigilantes de esos principios, somos más fuertes. Porque es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.

Las políticas neoliberales amenazan esos valores. Y si, por ejemplo, nos han persuadido de que un negro que salta la valla de Melilla, o un griego votando a Syriza, es peligroso, nos equivocamos de enemigo. Esa es la lucha del último contra el penúltimo. Divide y vencerás. Nos quieren solos, aislados, resignados, tristes, y para eso no dudan en usar la identidad como medio de enfrentamiento y división. Si luchamos entre nosotros, no luchamos contra ellas.

Tú decides cuales son las pertenencias que mejor te definen en este momento, cuáles tienes en común con estos dos ejemplos y con el operario alemán antes citado, y cuáles tienes en común con Amancio Ortega. Actúa en consecuencia.

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