2018-10-29
Sociedad - Gizartea

La Insumisión en Barañain

Tras la reciente inauguración del Parque de la Insumisión en Iruñea, Plazaberri ha aprovechado este hecho para hacer un reportaje sobre esta etapa histórica y su desarrollo en Barañain. Una etapa, que acabó con el servicio militar obligatorio en el Estado Español y supuso un ejercicio colectivo de desobediencia civil sin parangón en toda Europa.

Iñigo Subiza, Txema Retana y Alberto López, en la inauguración del parque de la Insumisión, en el lugar donde estaba la antigua cárcel de Iruñea.

El caso concreto de Toñín De La Cuesta, fue uno de lo más relevantes. Componente de los grupos musicales Tijuana in Blue, Kojón Prieto y lo Huajolotes y actual Tonino Carotone, realizó uno de los plantes al tercer grado y fue encarcelado de manera permanente. (Segundo grado). En aquel otoño de 1994, más de 50 insumisos en la cárcel de Iruñea protagonizaron una huelga de hambre que provocó una inmensa respuesta de solidaridad por parte de la sociedad navarra. La respuesta del Estado Español, fue la de dispersar a 8, entre ellos Toñín, en cárceles alejadas de Iruñea. Este hecho situó la dinámica de solidaridad con los insumisos presos como una lucha social que abarcó sectores muy amplios y diversos en Nafarroa. Para siempre quedará la canción "Insumisión", de los Huajolotes y cantada por el propio Toñín.

Plazaberri ha conseguido recabar el testimonio de tres insumisos de Barañain, para que nos relaten como vivieron aquella fase de su vida. Son Txema Retana, Iñigo Subiza y Alberto López.

 

¿Por qué decidiste hacerte insumiso?

 

TXEMA RETANA: El primer recuerdo que yo tengo es del momento en que decido no presentarme al sorteo. Me sortean en 1988. Me toca Jaca, está ahí el tema de la objeción, en una parte de la cabeza y hay un momento, me acuerdo que le digo a mis padres que me voy a Roncesvalles una semanita a darle vueltas al tarro a ver que es lo que decido. No sé por qué no pido ninguna prorroga y automáticamente entro en el sorteo. Era invierno, me acuerdo que era invierno cuando vuelvo de Roncesvalles, de Burguete y ya he tomado la decisión de que tiro para adelante con el tema de la Objeción. Año 88, Declaración  Colectiva y negativa de incorporarme a filas en el segundo remplazo de la insumisión, el primero en febrero de 1989 (de los 12 que se presentaron, 4 de una misma cuadrilla de Arguedas), el mío en abril. El año que viene 30 aniversario, casi nada. Tengo la sensación de que pasaba muy poca cosa con la declaración colectiva. Se acercaba la legalización de la PSS, y con ello el aumento de las penas, que iban a pasar de un año a, 2 años cuatro meses y un día. 

 

La actitud desobediente se va alimentando, no nace (o en mi caso no nace), primero con un pequeño acto. Y es a partir de ese momento intenso de negarse a aceptar las notificaciones de presentarse a filas, cuando tu velocidad de compromiso se agita y acelera. Es a partir de ese momento cuando  alimentas tu desobediencia corporal e intelectualmente. La actitud y los argumentos antimili, se van transformando en argumentos antimilitaristas y la pelea focal, se va convirtiendo en una batalla más transversal. 

 

IÑIGO SUBIZA: Decidí ser insumiso porque me sentía totalmente identificado con esa actitud. El acto en sí de no acudir al servicio militar obligatorio no era más que el ser coherente con mi forma de vida, mis valores de no sumisión que llevaba practicando desde hacía tiempo. Yo entendía que el ejercito respondía a intereses totalmente contrarios a como yo entendía la vida. No me encajaba "señor si señor" o el "todo por la patria",... 

Decir que eran tiempos de luchas colectivas, de unas intensidades terribles y eso  te ayudaba y te animaba a asumir compromisos que te podían acarrear consecuencias duras como la cárcel, la inhabilitación.

Añadir que estuve valorando lo de la deserción, pero desertar en Melilla (que es donde me tocó) como que no lo veíamos claro. Al final opté por la insumisión total. 

 

ALBERTO LOPEZ: Todos los valores que representaba el ejercito español eran contrarios a mi ideología y a mi proyecto de vida. Fascismo, militarismo, machismo, imperialismo, homofobia...y una larga lista de conceptos que eran incompatibles conmigo y por lo que tenía claro que jamás colaboraría con ellos. En 1994 formamos el BAT (Barañaingo Antimilitarista Taldea) para realizar acciones de apoyo a la Insumisión y a los insumisos presos. Eramos parte de Nafarroa Intsumitua, una coordinadora de diferentes grupos antimilitaristas. También estaban el MOC y Kakitzat, pero en Barañain no tenían presencia. Más allá de las siglas, el trabajo común y plural dio sus frutos. Posteriormente milité en Malatxa, colectivo que trabajó la desmilitarización de EuskalHerria y que diseñó la flecha amarilla del Alde Hemendik. 

 

Cuáles fueron las consecuencias que esta decisión te acarreó?

 

TXEMA RETANA: Lo que está claro es que cualquier decisión que tomas, acarrea sus propias consecuencias (la de ir o la de no ir). Y la decisión que yo tomé, inicialmente su mayor consecuencia era la cárcel. En mi caso un año máximo y no 2 años, 4 meses y un día.

Quizás inicialmente, nos daba miedo el coste humano y militante que podía causar la prisión.

No quiero frivolizar con este hecho, ya que tengo claro que el paso por el talego ha tenido para algunos, una carga emocional difícil de digerir por diferentes circunstancias. Además, nuestra casuística fue particular, entramos en segundo grado 35 personas de golpe, eso supuso un semicolapso en las propias estructuras de la cárcel, tus miedos se encontraban arropados por los miedos de los otros 34 que estaban en tu mismo lugar, la potencia del número nos permitió subvertir normas de funcionamiento dentro de la propia cárcel (se montaban asambleas dentro de la cárcel, cuando estaban prohibidas…) que te permitían mantener una actitud desobediente dentro del propio talego, que te alimentaban. Y todo eso se pudo dar por varias razones; fuimos muchos de golpe, en una cárcel provinciana y con un amplio apoyo en el exterior, unido a que la cárcel se encontraba en medio de la ciudad que permitía movilizaciones externas constantes. Estar sólo, en una prisión como herrera, como hubo… eso es otro zumo, mucho más complicado de realizar y de digerir. 

Personalmente yo salí profundamente reforzado, pero también he podido constatar que mi entorno directo tuvo una sensación de coste personal mucho mayor que la que yo tuve. Y me jode enormemente, darme cuenta que no fui consciente de ello.

 

IÑIGO SUBIZA: Yo estuve varios años en busca y captura, haciendo la vida "normal", me detuvieron varias veces, unas para las comunicaciones propias de mi situación y otras por participar en diferentes acciones de denuncia, plantes de insumisos,.. La opción que yo elegí de insumisión total hizo que el proceso se alargase y no ingresase en prisión.  El hecho de ser una lucha colectiva, de tener un entorno volcado en esa lucha, de mamar insumisión por los cuatro costados hizo que las consecuencias propias de las incertidumbres de ser detenido,  los dolores de cabeza,...pasasen casi desapercibidas ante lo que suponía el estar siendo partícipe de ese momento histórico.  No puedo decir lo mismo de lo que creo que supuso a varias personas entre ellas Unai Salanueva insumiso y amigo que se suicidó antes de entrar en prisión.

 

ALBERTO LOPEZ: Para no interrumpir los estudios, pedí alguna prorroga. A mí me pilló en la última etapa. Dos veces se presentó el ejercito en mi casa. Una con un billete de tren a Valladolid y otra con un billete de avión a Canarias. Entonces ya no les contestaba ni daba señales. Me juzgaron en la Audiencia de Iruñea y por aquel entonces el Estado retiró la condena de cárcel por insumisión. Fui condenado a dos años, cuatro meses y un día de inhabilitación. Es decir, no poder trabajar para ninguna administración, no poder ser cargo público, no poder acceder a viviendas de protección oficial...la muerte civil le llamaban. En la fábrica, cuando me iban a hacer fijo, la dirección de la empresa dijo que uno de los requisitos era no ser insumiso. Gracias a la lucha del comité, conseguimos que pudiera quedarme en la fabrica otros 12 años más, hasta la siguiente detención por mi militancia política.

 

Que lectura actual haces del antimilitarismo?

 

TXEMA RETANA: Desde el principio sabíamos que el discurso antimili, era mucho más permeable que el discurso antimilitarista. Del mismo modo que éramos conscientes que el discurso de fondo, sólo podía ser marcadamente antimilitarista. Hay que abrir el foco, y tener una actitud militantemente desobediente en los diferentes circusntancias que te van dando la vida. Nuestro mayor triunfo no fue la abolición del servicio militar obligatorio (eso fue la consecuencia), el mayor triunfo fue poner en entredicho, en discusión permanente, la necesidad del entramado militar. Minimizar su necesidad, denunciar su urdimbre con las estructuras económicas de negocio, sus corruptelas, mantear sus miserias y ponerlas en boca de la sociedad. Nunca se ha hablado tanto de todo eso (para cuestionarlo) como entonces y eso (estoy seguro) es lo que más temor les dio. El éxito fue la transversalidad y masividad de un movimiento desobediente y civil que fue capaz de cuestionar.

Sin duda fue y es una victoria de la que debemos sentirnos orgullosasy orgullosos; y aprender con ello de la capacidad que tenemos como individuos y agentes sociales que somos, de poder poner en jaque estructuras que pensábamos eternas.

 

IÑIGO SUBIZA: El militarismo dispone de un montón de tentáculos que lo impregnan todo y que provoca que la lucha antimilitarista adquiera una dimensión muy amplia y expresiones diversas.

El antimilitarismo, la lucha antimilitarista la veo positivizada en la denuncia de las expresiones visuales del militarismo, la base americana de las Bardenas, las guerras montadas por el capital en Oriente Medio, en Africa, el Bloqueo de Cuba,...pero también siendo feminista, reivindicando todos los derechos para todas las personas, denunciando la Europa fortaleza, trabajando por la memoria histórica,...No entendería una persona antimilitarista que no fuese feminista. 

 

ALBERTO LOPEZ: El militarismo estaba estos años en un intento de modernización y asimilación por parte de la sociedad. Ahora bien, aprovechando sobre todo la situación de Cataluña...se está volviendo a quitar la careta sin tapujos. Está presente en un muchos espacios de la vida diaria, por no hablar de casos concretos como las Bardenas, Sakana... en definitiva, creo que la desmilitarización de nuestro pueblo y la solidaridad contra el imperialismo militarista debe también adaptarse y llegar a los sectores más amplios posibles.

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